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Ese mar es mío…

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Por: Orlando Díaz

La historia de los fallos judiciales relacionados con nuestra fronteras marítimas y terrestres, es muy desafortunada. El proceso de San Andrés Isla, no hace sino confirmarlo. Lo peor es que se descuidó el componente humano raizal asentado en San Andrés y su relación ancestral con nuestros hermanos Nicaragüenses (especialmente con Blue Field, Corn Island y toda la costa de Mosquito).

Somos una misma familia…

En los días de la revolución sandinista, de Nicaragua llegaron a San Andrés, muchas familias Nicas. Los “forasteros” tenían los mismos apellidos y conservaban sus antiguas relaciones. Sin embargo, en el pleito, en la estrategia de defensa,
ese importante argumento no se expuso y estamos seguros que bien pudo incidir en un fallo más equitativo en el tema de la delimitación marítima entre los dos países. La defensa de Colombia, está integrada por políticos, militares en retiro y abogados sin tarjeta profesional. Eran abogados pero no expertos en derecho marítimo. Ese grupo se embolsilló unos jugosos honorarios, sin consultar a los raizales o sin vincularlos a tal proceso, el que finalmente condujo a la pérdida de más de 70.000 km de mar territorial.

Los pescadores llaman a esa zona “rosa”, porque es el espacio de mayor riqueza pesquera, (langosta, mero, pargos, etc). Esa zona corresponde al meridiano 82o con 15o.

De manera inoportuna, Colombia solicitó revisión del fallo -recurso no contemplado-, precisamente con el fin de advertir
la validez del componente raizal humano, asentado en las islas y sus nexos familiares con nuestros hermanos Nicaragüenses.

Desde el continente, nuestros gobiernos han desconocido esa cultura y han subvalorado su componente étnico. Es más, el país perdió la oportunidad, siendo Uribe Velez Presidente, de firmar un tratado con Nicaragua, en el que Ortega ofrecía el aprovechamiento de todas las aguas -las que hoy echamos de menos-, es decir, mantener las cosas conforme la tradición pero, pudo más la arrogancia, la soberbia y el desconocimiento de los intereses del pueblo raizal y primaron los intereses ideológicos por encima de los intereses patrimoniales y culturales del pueblo isleño.

Nos queda claro que Colombia se mantuvo leal a su política camorrera y de búsqueda de conflictos, internos y externos. Con esa visión, estimó válido, ordenar que buques y patrulleras permanecieran fondeados en tales zonas, en un claro desconocimiento del fallo del Tribunal de La Haya y desde luego, aprovechándose de la poca capacidad militar de nuestros vecinos. Esos protuberantes errores jurídicos y semejante posturas de “agrandados”, al final permitieron cristalizar y reafirmar el despojo de un mar territorial ancestral.

En vez de tanta improvisación y de falta de estrategias al dejar las cosas al azar y a la “providencia”, es nuestro deber interesarnos como colombianos por la cultura isleña, invertir en una infraestructura óptima y propiciar una mejor calidad de vida de los sanandresanos. De esta manera podremos jactarnos del título del presente artículo.

Punto aparte: a propósito de fallos judiciales, muy oportuna la sentencia del Tribunal Administrativo de Cundinamarca que anuló el decreto presidencial que nombró al ministro Diego Molano. Es otro equívoco del Presidente Duque. Desde antes, las FFMM andan como desconcertadas y hasta se les acusa de intervención en política. Zapatero a tus zapatos.

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