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5 anti-reglas básicas que aproximan o determinan desgobierno en gerencia de justicia

Por Freddy Machado

“Se llaman “Acuerdos” pero son verdaderos “Desacuerdos” para los judiciales”.

-Dicen los de Asonal Judicial-

“Uno está tan expuesto a la crítica como a la gripe”.

-Friedrich Dürrenmatt-

De entrada, es bueno hacer una observación preliminar que nos permita conocer con exactitud, los linderos de la temática a tratar: Una cosa es la administración de justicia y otra, muy distinta, es su gerencia.

Pues bien, en este artículo analizaremos ciertas situaciones problemáticas de la gerencia de la justicia. Sin embargo, recuerden que la justicia -no la gerencia- tiene como símbolos, entre otros, la balanza y la venda en los ojos de su Diosa. Estos son elementos que representan equilibrio y transparencia. Incluso, se habla de la majestad de la justicia y de su independencia.

La gerencia de la justicia, en cambio, guarda relación es, con su gobierno y en especial, con su gestión. La gerencia se caracteriza por su autonomía y en tiempos modernos, se ha puesto de moda medir sus resultados, asimilando su misión con la producción de una fábrica. Esto explica que desde una perspectiva administrativa a los jueces no se les llama administradores de justicia sino que se usa el término, tristemente célebre, de “operadores judiciales”.

Se habla entonces de demanda de justicia, capacidad de respuesta, cargas, eficacia, tiempos y hasta resultados esperados. Por ello, la importancia de las “estadísticas” pues esta herramienta se ha consolidado como un verdadero Dios sin importar la complejidad de los casos y hasta satanizando el factor calidad.

¿Por qué es importante hacer esta distinción?

En parte, porque los servidores judiciales tenemos la percepción de que la justicia va por un lado y por otro, su gerencia. Más claro: los servidores judiciales somos del criterio que la gerencia de la justicia es un escenario de contradicciones, desencuentros y equívocos.

En atención a esa postura, de manera jocosa, se han ido construyendo en los pasillos de los juzgados y en los grupos de Watsaap, unas anti-reglas que sintetizan esas situaciones atípicas que marcan el mal desempeño y el desgobierno de la gerencia de la justicia. Veamos:

REGLA UNO: Juzgado que se crea debe nacer congestionado. Esto se debe supuestamente a que un juzgado con una cifra razonable de procesos resulta “inviable” y debe eliminarse. Son muchos los testimonios respecto a cargos que son “suprimidos” o trasladados por el exceso de eficiencia del encargado. Se suele premiar a los juzgados congestionados y se castiga al servidor que atenta contra tal status quo.

REGLA DOS: Buen Director Seccional es el que no gestiona y ahorra recursos al nivel central. Director que reclama mayor presupuesto para ampliación de plantas de personal o más recursos para el mantenimiento de Edificios Judiciales o Palacios de Justicia, es exótico y no muy confiable para la judicatura. Muchos Directores prefieren entonces “invisibilizarse”.

REGLA TRES: Producida una vacante debe descartarse para su nominación y nombramiento a un servidor de Carrera. Es mejor improvisar nombrando a un inexperto muy cercano a los nominadores. Se rechaza al judicial con compromiso, destrezas, habilidades, sentido de pertenencia y vocación. .

Un criterio que ha hecho “carrera” es que a los judiciales no se les puede promover pues la nómina se “descompone”. En esa lógica extraña, se nomina a una persona ajena a la Rama Judicial. Casualmente esas novedades no están parametrizadas. A su vez, se exigen 800 puntos en los exámenes de ingreso, con el pretexto de que la Judicatura está en búsqueda de la “excelencia” pero esa política se relaja, cuando se autoriza -o se manejan los silencios- respecto a la promoción de personas sin experiencia en el día a día de las actividades judiciales. Lo más decepcionante es que se impone a los compañeros que estaban a la expectativa de un ascenso, entrar a capacitar al inexperto que se posesiona con cargo y paga superior.

REGLA CUATRO: Muchos magistrados olvidan las épocas en que laboraron como escribientes y notificadores. Ocurre que algunos altos dignatarios se jactan de la escalera de cargos recorridos y de sus sacrificios pero, en vez de validar esa misma escalera para promover a otros servidores, autorizan subir en el “ascensor” a sus recomendados. Se cumple a plenitud aquel aforismo popular “no se acuerda el cura de cuando fue sacristán”. Los servidores de Carrera son espectadores a la espera de que se materialice la promoción y el ascenso. Lo cierto es que pasan los años y en el imaginario brilla lejana la norma constitucional que consagra que a la Carrera no solo se garantiza el ingreso sino también la promoción y el ascenso. Siendo justos, son muy pocos los Tribunales que le apuestan a los ascensos determinados por la promoción y el buen desempeño. Les juro que los judiciales celebran esos nuevos escenarios. Es inexplicable que si una gran parte los actuales magistrados son frutos del mérito, no se impulse una cultura que posicione esa filosofía para no persistir en la “caprichocracia”.

REGLA CINCO: Cada vez que se contrata un programa o una plataforma y los servidores son capacitados para su manejo, una vez conocen a plenitud la herramienta, se cancela el operador. El cambio de plataformas de manera inconsulta se hace alegremente y sin agüeros. No hay una continuidad que genere confianza sino una búsqueda permanente en donde se privilegia el azar y la improvisación. Es más: el caso más emblemático es el de Efinóminas. Esta plataforma no arrancó. Luego, si se ha evidenciado su fracaso, debemos tener el valor de reconocer que “esa platica se perdió” y lo que sigue es identificar a los responsables.

En definitiva, con reglas o anti-reglas, la gerencia de la justicia debe estar al servicio de los servidores judiciales. Ello implica acompañarlos, escuchar sus puntos de vista, atender sus necesidades y gestionar con ahínco en procura de mejorar sus condiciones laborales. La promoción y los ascensos también es un tema de gerencia y no puede pasar de “agache” pues el Dios “estadísticas” se potencia es con los más experimentados, no con los inexpertos. El día a día y el conocimiento de los temas de la especialidad, permiten a los judiciales adquirir una visión más completa que no puede desaprovecharse. No exageramos, el mayor valor de la Rama Judicial es su talento humano pero los gerentes de la justicia pocas veces tienen en cuenta a los judiciales. Se reclaman ampliar las plantas de personal de los juzgados y la respuesta no puede ser “desbaratar” sus plantas de personal para crear y fortalecer los centros de servicios. La gerencia de la justicia crecerá y obtendrá mejores resultados cuando la judicatura interiorice que los protagonistas del sistema no son sus gerentes sino los judiciales.

OTROSÍ: 1.- Los Sindicatos de la Justicia reclaman de los distintos gobiernos más presupuesto para ampliar las plantas de personal de los juzgados y cuando llegan esos recursos, la primera opción es mejorar las plantas de personal de las altas cortes.

2.- Queda uno bien “Plop” cuando con tantas necesidades en la Justicia, a final de año se registra en “voz baja” que gran parte del presupuesto no se ejecutó (cualquiera que haya sido el año y la causa).