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El buque ARC Gloria: Un símbolo que nos une

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Así fue la travesía del Embajador de Colombia en los mares, que marcó para siempre la vida de 72 Grumetes.

Zarpó del puerto de Barranquilla al caer la tarde del 14 de enero, frente a una multitud que estaba en la tribuna despidiendo al emblemático Buque ARC “Gloria”, luego de dos días de puerto en los que más de seis mil visitantes recorrieron las cubiertas de nuestro embajador flotante en los mares. A bordo, la ilusión de 72 Grumetes, jóvenes que estaban en su fase de entrenamiento para escalafonarse muy pronto como Suboficiales Navales y servirle a la patria como Marinos de Colombia.

Previo a los actos protocolarios, la escena más recurrente fue ese último beso y abrazo de los familiares y amigos que despidieron a su ser querido. La ceremonia contó con un sol cálido abrazando el blanco impoluto de la tripulación, que con orgullo se embarcó en la primera travesía del año 2024. Los grumetes a la orden de las pitadas subieron por lo alto del trinquete, mayor y mesana, los tres mástiles del buque, ubicándose rápidamente para entonar el himno del ARC “Gloria”.

Después de tres pitadas largas y una corta de despedida, se realizó el viraje para tomar rumbo hacia la desembocadura del río Magdalena en el Mar Caribe. A este grupo diverso de colombianos valientes, de diferentes regiones del país, los unía la pasión de servir a la nación y el sueño de navegar el inmenso azul que nos une con el mundo.

Fue un sueño, aunque no tan tranquilo…

Navegar no es como lo pintan los poetas, más allá de ver caer los últimos rayos del sol al horizonte, o de disfrutar la brisa del mar en la cubierta y los jugueteos de diferentes peces con el casco del buque al romper las olas, el cabeceo (movimiento del buque producido por las olas y el viento) no cesó y el primer día de bravos oleajes pasó factura.  Pero todos saben que ningún mar en calma forjó a los verdaderos hombres de mar.

La tripulación distribuida en tres guardias realizaba el relevo cada cuatro horas, continuando con la derrota establecida rumbo a Puerto Rico. A bordo los acompañó Max, un marino de cuatro patas, pastor belga, que nunca se separó del Infante de Marina Profesional José Alexander Quiñones Cuero. Su trabajo era garantizar que el buque no fuera contaminado con ningún tipo de narcóticos.

Todos vivieron el sueño de ser parte de la tripulación del crucero internacional de grumetes 031 del emblemático buque ARC “Gloria”; sin importar las vicisitudes, fue una experiencia única. Los tripulantes saben que ahora se les abre un mar de oportunidades para realizar su proyecto de vida a bordo de la Armada de Colombia.

 La vida a bordo del buque…

Para los Grumetes, este velero tipo bergantín-barca fue una plataforma de aprendizaje y crecimiento, en la que practicaron lo aprendido en el último año en la Escuela Naval de Suboficiales ARC “Barranquilla”.

El rancho se convirtió en su aula de clases, cumpliendo con un estricto currículo académico donde recibieron siete horas de cátedra al día, aprendiendo sobre navegación astronómica, meteorología marina, mantenimiento de equipos náuticos y protocolos de seguridad en alta mar, así como fortaleciendo el trabajo en equipo, la disciplina, el valor, el espíritu y destreza marinera.

En el grupo se destacó el Brigadier Mayor George De la Pava García, un barranquillero de 22 años, quien además de su formación naval militar recibió formación tecnológica en electromecánica, con énfasis en motores, y gracias a su desempeño académico tuvo el honor y la responsabilidad de liderar al grupo.

La vida a bordo transcurrió entre días soleados, lluvias esporádicas y noches iluminadas por miles de estrellas. El ARC “Gloria” hace parte del anhelo de todos los marinos colombianos, y aunque muchos reúnen los méritos para llegar, los cargos son limitados. Por eso, quienes fueron seleccionados para tripularlo, agradecieron la oportunidad del Mando Naval y se esforzaron el doble para responder a la confianza depositada.

Cada uno representó con honor a nuestro país en Puerto Rico; se terminaron de adujar los cabos y se montó el empavesado, fue como si el buque rejuveneciera, este año cumple 56 desde su botadura, pero no se le notan.

Después de 2.384 millas náuticas finalizó la travesía…

Tras 24 días de navegación, los grumetes regresaron a Barranquilla, la Puerta de Oro de Colombia, donde los invadió la nostalgia de la despedida, que se mezcló con la alegría del sueño cumplido y la expectativa del poco tiempo que falta para convertirse en Suboficiales de la Armada de Colombia.

Durante esta singladura, aprendieron lo necesario para enfrentar futuros desafíos con confianza y profesionalismo a bordo de las diferentes unidades de la Institución Naval.

El muelle del Gran Malecón del Río los recibió con aplausos y ovaciones. Pero sabemos que no será el último puerto de sus vidas, sino uno de los muchos que les esperan como Marinos de Colombia.

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