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20 mayo 2024
Amylkar D. Acosta M[1]
La economía colombiana arranca el 2024 con el pie izquierdo, sigue rengueando sin levantar cabeza. Según el más reciente reporte del DANE, en el primer trimestre de este año el PIB tuvo un magro crecimiento del 0.7% y aunque la proyección del Gobierno para el año completo es de 1.5%, el Banco de la República revisó a la baja su previsión desde 1% a 0.8%, el Banco Mundial hizo lo propio, recalculándolo de 1.8% a 1.3% y por su parte el FMI desde 1.3% a 1.1% (¡!).
Y no es para menos, después del débil comportamiento de la economía, que registró un crecimiento de 0.7% en el primer trimestre de este año. Ello llevó al profesor de la Universidad de los Andes Marc Hofstetter a afirmar que “estamos estancados…Si uno quiere mirar lo que ha pasado en los seis trimestres que llevamos de este Gobierno, la actividad económica ha crecido 1%. Este es un dato muy malo”.
El Ministro de Hacienda Ricardo Bonilla ve el vaso medio lleno y con su optimismo panglosiano reaccionó al momento de revelarse estas cifras matizando los resultados, afirmando que “el cuarto trimestre de 2023 terminó con un crecimiento de 0.3%, que significa que comenzó la reactivación de la economía que se debe reflejar en este 2024”, asumiendo que entre el último trimestre de 2023 y el primero de este año el PIB creció 1.1 puntos porcentuales, cuando la comparación, en rigor, debe hacerse es con igual trimestre del año anterior, cuyo crecimiento fue de 2.7%, es decir 2 puntos porcentuales por debajo. Peor aún si lo comparamos con el primer trimestre de 2022, cuando se registró un crecimiento del 8.2%!
Pero mientras él ve el vaso medio lleno la mayoría de los analistas coinciden en verlo más bien medio vacío. Empezando porque el crecimiento económico completó 4 trimestres consecutivos rozando el cero.
Excepción hecha del sector agropecuario, más el pecuario que el agrícola, que creció el 5.5% y el repunte de obras civiles pasando con un crecimiento del 7.5%, pero que se ha visto contrarrestado por la caída del – 6.8% en vivienda, los demás sectores productivos ajustaron entre 4 trimestres consecutivos a la baja la industria manufacturera y 5 trimestres el comercio. 35 de sus 39 actividades en baja durante 15 meses consecutivos. Igual que ocurrió con el crecimiento del PIB en 2023, de no ser por el crecimiento de la administración pública (5.3%), que contribuye con 0.7 puntos porcentuales al dato final, el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año hubiera registrado una baja del – 0.1%.
En gran medida la baja en la producción responde al descaecimiento de la demanda. Al tiempo que el consumo final se ha estancado, registrando un crecimiento de sólo 0.4% para el primer trimestre de 2024, particularmente el consumo de los hogares creció un pírrico 0.6%, el consumo final del Gobierno registró una tasa negativa de – 0.7%, reflejando fielmente la baja ejecución del Presupuesto general de la Nación (PGN), que el año pasado cerró en el 70.5%, nivel este que no se veía desde el 2013 cuando alcanzó el 70.9%. En este primer trimestre sigue el rezago en la ejecución alcanzando el 14.3%, cuando a estas alturas debería estar en 33% (¡!).
Afirma José Ignacio López, Presidente del Centro de estudios económicos ANIF, que “creemos que los siguientes trimestres tendrán un comportamiento similar al primero, repuntando hacia el segundo semestre del año para tener un cierre cercano al 1.1% anual”. Ello se explica en gran medida por el comportamiento del rubro de inversión, el cual registró un bajonazo en el 2023 del – 24.8% y en el primer trimestre de este año del – 13.64%. Acumula ya 5 trimestres a la baja. El nivel alcanzado de inversión en este trimestre estuvo por debajo del 15% del PIB, el más bajo desde 2005.
Y, como es apenas obvio, la baja en la inversión y la pérdida de su efecto multiplicador sobre las demás variables de la economía que se viene registrando inhibe y arrastra consigo a la baja el crecimiento del PIB, al tiempo que condiciona el crecimiento potencial de la economía, el cual pasó del 4.8% en el 2012, aupado por el largo ciclo de precios altos de los commodities (2003 – 2011), al 3.5% en 2016 y actualmente llega a duras penas al 2.5%. Y es bien sabido que mientras la economía crezca por debajo del 3.5% no sólo no genera empleo sino que lo destruye, ello explica que las tasas de desempleo de un solo dígito han sido sólo flor de un día.
Ante la ralentización del crecimiento de la economía de enantes y su estancamiento ahora se impone la necesidad de implementar por parte del Gobierno de un plan de choque mediante una política contracíclica tendiente a reactivar la economía. El Presidente Gustavo Petro, ante el mediocre desempeño de la economía el año anterior, reaccionó diciendo que “el gobierno nacional tiene una responsabilidad. Cuando baja la inversión privada, debe crecer la pública”. Pero, al parecer al Presidente no le obedecen, porque a contrapelo de sus directrices, como ya lo vimos, la plata sigue en las fiducias y la paquidermia del Estado frena la ejecución de la inversión pública en los momentos en los que más se requiere.
Finalmente, bien vale la pena que el Gobierno escuche y tome nota de las recomendaciones que desde el sector productivo, los gremios y los centros de pensamiento se le vienen planteando en el propósito de sacar la economía del letargo en el que está. Como lo afirmó el Director de FEDESARROLLO Luis Fernando Mejía “desde la política pública acelerar el crecimiento, primero con la adecuada ejecución del presupuesto que continúa por debajo del promedio histórico de los últimos cinco años”. Y llamó la atención sobre un factor que viene gravitando sobre la economía y su desempeño, que “tiene que ver con eliminar los factores de incertidumbre que ha sido una barrera especialmente frente al crecimiento de la inversión, de la formación bruta de capital”. A este propósito bien dijo el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz que “las inversiones en confianza no son menos importantes que las inversiones en capital humano y maquinaria”. Y en Colombia estamos urgidos de la una y de la otra!
[1] Miembro de Número de la ACCE