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1 julio 2024
Su padre, el subintendente de la Policía Alex Castro, reconoce que el amor por el deporte de su hijo es tan natural como su propia vocación por la justicia.
Por: Emilio Gutiérrez Yance
En el barrio El Socorro de Cartagena de Indias, donde el sonido de los balones rebotando contra las paredes de las casas es tan común como los saludos amistosos entre vecinos, vive Rubén Darío Castro González, un niño que, con solo 11 años, tiene un sueño más grande que cualquier cancha de fútbol.
Su desbordante pasión por el fútbol ha crecido en un entorno donde la disciplina y el amor por el deporte se entrelazan con los principios y valores inculcados por su familia.
Desde muy pequeño, Rubén ha estado enamorado del fútbol. Incluso antes de aprender a caminar correctamente, ya intentaba darle patadas a todo lo que encontraba en su camino: cojines, botellas, zapatos e incluso las toallas cuando llegaba la hora del baño. Su padre, el subintendente de la Policía Alex Castro, reconoce que el amor por el deporte de su hijo es tan natural como su propia vocación por la justicia.
Castro, adscrito al departamento de Bolívar, y su esposa Lorey González Reyes, han hecho un esfuerzo conjunto para enseñar a su hijo esfuerzo, perseverancia, lealtad, espíritu de equipo y la importancia del trabajo en equipo. «Queremos que crezca en un ambiente sano, alejado de lo malo, y el fútbol ha sido una herramienta increíble para eso», dice Alex con un orgullo marcado en su rostro.
A los tres años y medio, Rubén fue inscrito en la escuela Halcones Fútbol Club, dirigida por el profesor Freddy Tovar. Comenzó como delantero en la categoría mini pony, pero su talento innato y su dedicación lo llevaron rápidamente a ocupar la posición de Volante 10 en la categoría Sub 12. Su habilidad con la pierna izquierda es notable, y sus goles olímpicos son testimonio de su destreza y amor por el juego.
Rubén ha viajado con su equipo a diferentes ciudades, participando en torneos importantes como la Cartagena Cup 2023, el Torneo Herbalife y el Torneo Baby Fútbol, entre otros. Para Rubén cada partido es una oportunidad para aprender y crecer, tanto en el campo de juego como en la vida. Su rincón favorito está lleno de medallas que ha ganado en diferentes torneos como goleador.
Su pasión por el tricolor colombiano no tiene comparación, admira a todos los jugadores de la selección pero su favorito e inspiración es Richard Ríos. Recuerda con emoción el partido de 2023 en Barranquilla, donde la selección Colombia venció a Brasil 2 a 1, y sueña con algún día ponerse la camiseta y representar a su país.
Además de tener buen manejo de la pelota, Rubén es un excelente estudiante, con un rendimiento académico sobresaliente, especialmente en matemáticas. Sus profesores y compañeros de clase lo respetan no solo por su habilidad en el campo, sino también por su dedicación y actitud positiva en el aula. «Siempre que mi mamá va a recoger mis notas, la felicitan por mi rendimiento», dice Rubén con una sonrisa.
En su colegio, participa en los intercursos y es el goleador de su salón con cuatro goles en dos partidos, «cuando juego, le pongo todas las ganas del mundo», afirma con determinación de un adulto.
El subintendente Alex Castro encuentra tiempo en medio de sus responsabilidades y no escatima esfuerzo para acompañarlo a sus prácticas y partidos, demostrando que el apoyo familiar es esencial para el desarrollo de cualquier joven. «Le doy gracias a mi papá por sacar siempre un momento de su tiempo para llevarme a prácticas y a los partidos. Siempre me acompaña en mis viajes», dice Rubén, reflejando la gratitud y el amor que siente por su familia.
Sus lágrimas aparecen cuando piensa en su mamá y en su papá, en lo orgulloso que está de verlo ahí y en lo feliz que se siente de cumplir sus sueños y que esto implique un mañana mejor para su familia.
“Rubencho”, como cariñosamente lo llaman, tiene la ilusión de jugar en el equipo de sus amores, Atlético Nacional, y debutar como profesional. «No me da miedo jugar con niños mayores, porque practico desde muy pequeño: que ellos tengan miedo de mí», bromea cuando lo entrevistamos. A pesar de los retos que ha vivido hasta llegar al lugar en el que está ahora, no se conforma y sigue soñando con llegar cada vez más lejos.
Entrena y vive la Copa América 2024 con dedicación, soñando con el día en que pueda vestir la camiseta de la selección colombiana y hacer realidad sus sueños en los grandes escenarios del fútbol mundial. Con el amor y el apoyo de su familia, y los valores que le han inculcado, sabe que está destinado a grandes cosas.
Jugar, ver los partidos de fútbol, y escuchar el sonido de un balón rebotando sigue siendo la melodía de su sueño en formación, un sueño que con cada día, con cada entrenamiento y con cada partido, se acerca un poco más a la realidad.
En sus cumpleaños, el motivo de sus fiestas siempre ha sido el fútbol. Rubén Darío Castro González no solo juega al fútbol; respira, sueña y vive cada día con un balón en los pies.