¡Qué grande Colombia!
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11 julio 2024
Por: Emilio Gutiérrez Yance
Los gritos de gol recorrieron las calles de nuestras ciudades, llenándonos de emoción. Fueron muchos gritando y festejando el triunfo de la selección. La tricolor es una de esas realidades que nos juntan y nos recuerdan que somos una nación.
A nosotros que nos ha costado históricamente ser una verdadera nación. El triunfo futbolístico no soluciona los problemas estructurales del país, problemas que han ocasionado esta explosión social que vivimos. No podemos dejar que la alegría del resultado futbolístico nos distraiga, pero sí tenemos que dejarnos inspirar por ese partido, sí podemos encontrar en ese equipo, en ese onceno, en esos colombianos que se juntaron en torno a un objetivo.
No es usual que, en un país donde nadie se pone de acuerdo casi en nada, la gente se reúna alrededor de una pantalla para ver las proezas de sus héroes, muchachos de hogares humildes, infancias famélicas y adolescencia casi estropeada por la falta de oportunidades.
No es usual, pero sí es premonitorio, que Ramón el de la calle, Viviana, la del trapero y Wilmer el sobrevive como mototaxista, tengan una sonrisa de felicidad cuando juega su selección.
No es usual que la estética del deporte supere el pragmatismo de la cotidianidad, pero hay días de calor o de frío en que el fútbol hace que la vida sea un poco más hermosa.
Gracias, amada selección Colombia, porque cada uno de tus goles es una invitación a sentir el orgullo de haber nacido en un país en donde las montañas se abrazan y los ríos se unen y los valles se extienden desdela orilla del mar hasta el borde del cielo.
Gracias, amada selección Colombia porque has logrado llenar las plazas de nuestro país alrededor de la alegría y del amor a nuestros colores, desde los pueblos resilientes de La Guajira hasta los caseríos del Amazonas, desde el Oriente hasta el occidente, Colombia fue hoy un solo país, unido por las jugadas tejidas en un remoto estadio de Norteamérica.
Gracias porque has logrado pintar sonrisas en los rostros de millones de colombianos, de los campesinos que trabajan con el sudor de su frente para llevar el pan a nuestra mesa, de las mujeres que se esfuerzan por forjar una sociedad libre de rencores, de los hombres del desierto, de los pescadores y de todos los que amamos el amarillo refulgente, el azul inmarcesible y el rojo fervoroso de nuestros más preciados símbolos.
Es hora de comprometernos a hacer que todo sea diferente y mejor, no dejo de creer que los colombianos somos más que violencia. Creo en una Colombia unida, capaz de entender que todos estamos llamados a construir en conjunto, cada uno desde su rol, con eficacia y valentía.