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Por: Emilio Gutiérrez Yance
En las tranquilas tardes decembrinas del territorio bolivarense, cuando las luces navideñas comienzan a brillar en cada esquina, hay un héroe que no lleva capa ni tiene poderes mágicos, pero su valentía y destreza lo hacen ser más que suficiente para enfrentar una de las amenazas más insidiosas de la temporada: la pólvora.
Su nombre es Oker, un perro policía de cinco años, que con su olfato entrenado y su espíritu incansable, se ha convertido en el mayor enemigo de los traficantes de pólvora y, sobre todo, en el protector de los niños que a menudo caen en manos de la imprudencia ajena.
Cuando George Graham Vest, un abogado estadounidense, dijo en 1870 “el perro es el mejor amigo del hombre”, tal vez no imaginaba que esa frase sería la bandera que, más de un siglo después, elevaría a Oker como el mejor amigo de los niños de Bolívar. Para muchos, es simplemente un perro. Pero para los que tienen la fortuna de ver su trabajo en acción, es el símbolo de la justicia que corre a cuatro patas, el guardián que asegura que la Navidad en Bolívar no se tiña de tragedias ni de quemaduras causadas por estos peligrosos artefactos que tanto acechan a la juventud.
Oker no es solo un perro de policía más; es un verdadero héroe local. Su olfato, que podría hacer palidecer al de cualquier sabueso de película, le ha permitido detectar y evitar la venta ilegal de pólvora en distintos municipios de Bolívar, desmantelando redes de vendedores ambulantes que, en su afán de lucro, ponían en peligro la vida de los más pequeños.
Desde que comenzaron las fiestas navideñas, Oker ha estado en su salsa, realizando múltiples intervenciones que han sido claves para proteger a las familias. Su trabajo no se limita a los rincones más visibles; también se adentra en los espacios más insospechados. En Arjona, por ejemplo, en plena plaza del municipio, Oker dio el golpe maestro, detectando la pólvora que un comerciante intentaba vender a plena vista. “¡Es impresionante cómo sabe lo que está buscando! Un vendedor se acercó y, en cuanto Oker se aproximó, empezó a ladrar sin dudarlo. Ese fue el momento en que logramos incautar todo”, recuerda el patrullero Milton Haroldo Puertas Silgado, quien acompaña a Oker en todas sus operaciones.
Y el trabajo de Oker no termina ahí. En Gambote, en plena carretera, el perro sorprendió a un vendedor ambulante que viajaba como pasajero en un bus intermunicipal con una canasta llena de cohetes y bengalas. Al detectar el peligro, Oker se lanzó al trabajo, su olfato infalible sin darle respiro a quien intentaba engañar a las autoridades. Gracias a su intervención, esa pólvora nunca llegó a manos equivocadas.
Lo que hace a Oker un héroe no es solo su capacidad para detectar la pólvora, sino su dedicación a salvar vidas, especialmente las de los niños, quienes son las principales víctimas de la imprudencia. Cada diciembre, las calles se llenan de comerciantes que venden pólvora sin ningún control, sin importarles las consecuencias. Los adultos, en su mayoría sin pensar en el daño, ofrecen bengalas, cohetes y otros artefactos a los niños, olvidando que, al final, son estos pequeños quienes pueden resultar quemados, o peor aún, perder la vida. En Bolívar, Oker es el que se interpone entre esos adultos y la tragedia, garantizando que el espíritu navideño no se vea empañado por el dolor.
En la relación entre Oker y el patrullero Puertas Silgado, la confianza es total. “Lo primero que hago cuando me encuentro con Oker es mirarlo a los ojos. Es un compañero en el que confío completamente. Lo entrenamos juntos, y con cada día que pasa, nuestra conexión se fortalece. Él sabe lo que tiene que hacer, y yo confío en él para mantenernos un paso adelante”, asegura el patrullero, quien con orgullo habla de la destreza y el compromiso de su compañero de cuatro patas. En sus horas de patrullaje y entrenamiento, la relación entre ellos ha trascendido lo profesional, convirtiéndose en un vínculo de respeto y cooperación, que da vida al dicho: “El perro es el mejor amigo del hombre”.
El coronel Alejandro Reyes Ramírez ha sido uno de los grandes defensores de Oker dentro de la Policía de Bolívar. Ha elogiado no solo su trabajo, sino también la importancia de contar con un animal tan entrenado en tiempos como estos, cuando los traficantes de pólvora se aprovechan de las festividades para comercializar su mercancía de forma ilegal. «Estamos un paso adelante, gracias a Oker y nuestra estrategia de prevención. Él es un verdadero terror para los que intentan lucrarse con la pólvora de forma irresponsable», asegura Reyes, mientras destaca el papel fundamental de la campaña Plan Navidad Familias Felices, la cual ha permitido que muchos niños puedan disfrutar de unas fiestas tranquilas y seguras.
El trabajo de Oker ha sido tan efectivo que la comunidad de Bolívar lo ha adoptado como un héroe. Durante las intervenciones, es común ver a los niños sonriendo al verlo, sabiendo que su presencia garantiza un final feliz en una temporada que podría ser peligrosa. Cada patrullaje con Oker es una victoria para todos. Los comerciantes que intentan eludir las leyes ya saben que están siendo observados, y no hay lugar para la impunidad.
Este 7 de diciembre, cuando los fuegos artificiales iluminen el cielo y las familias se reúnan para celebrar, Oker estará allí, vigilante y atento, asegurándose de que la pólvora no llegue a los niños. Su olfato infalible será el que marque la diferencia entre una Navidad feliz y una Navidad llena de dolor. Y aunque no use capa ni tenga superpoderes, su trabajo se ha ganado el reconocimiento y la admiración de todos en Bolívar.
Oker, el perro antipólvora, es mucho más que el mejor amigo del hombre. Es el protector de los niños, el guardián de las sonrisas y el verdadero héroe de estas fiestas. Un perro que no necesita palabras para cumplir su misión, pero cuya valentía y dedicación hablan por sí solas. Y así, mientras patrulla las calles, la Navidad de Bolívar se llena de esperanza, sin lugar a tragedias ni sufrimiento.