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El café: Poesía o religión

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Por: Freddy Machado, Abogado

El café huele a cielo recién molido.
Jessi Lane Adams

El café es memoria. Me acompaña desde la niñez. En casa, era la primera bebida de la mañana y en la tarde, se servía pasada las 4:00 PM.

El café es nostalgia. Su sabor profundo y ese aroma único, te permite evocar personas, lugares que ya no están y muy buenos momentos.

El café es imaginación. En momentos en que las ideas no fluyen y la hoja en blanco te derrota, un buen café te reinicia.

El café es emprendimiento. Siempre persiguiendo o perseguido por esos vendedores de café que son nuestros cómplices y que habitan en todos los lugares.

El café es hermandad. El café te acerca. Es hermoso saborear un café con el amigo que estaba distante o deleitarse, sorbo a sorbo, al lado de las más entrañables amistades.

El café es compañía. En la soledad o en los duelos.

El café es geografía. Y me remonto a Abisinia en la antigua Etiopía y a esas primeras tiendas de café que promovieron toda una tradición llegada desde el África lejano.

El café es magia y alquimia. La fórmula de las cucharadas de café molido o instantáneo -porciones sagradas- y el agua en el recipiente indicado para preparar a fuego lento.

El café es rutina. En las oficinas es un invitado permanente. Es un punto de encuentro y suele propiciar eso que ahora llaman “pausas activas”

El café es evolución. A manera de alianza estratégica y en una mezcla de tradición y tecnología, los cafés internet o cibercafés son un nuevo referente.

El café es competencia. Que si es mejor su elaboración en un utensilio tradicional o en un una máquina sofisticada. Que si tiene más prestigio una marca (Juan Valdez) o o si todas las tiendas de café son iguales. Que si el más puro es el café colombiano o el de otras tierras.

El café es un lujo. Y lo dijo Bejanmin Franklim: “Entre los muchos lujos de la mesa, el café puede ser considerado como uno de los más valiosos. Él atisba la alegría sin intoxicación y el placentero flujo de espíritus que ocasiona nunca es seguido de tristeza, languidez o debilidad”

El café siempre el café…

En definitiva, y como este confinamiento nos tiene aislado, extraño muchos familiares y amigos con los que quisiera disfrutar un exquisito café sin importar su marca o tradición. En especial, añoro el café que prepara “la vieja”, Nelly López. El café también es punto de encuentro de la familia y un pretexto para volver al hogar feliz de siempre.

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