Por. Bernardo Romero Parra.
Desde esta tribuna de opinión hemos presentando numerosas propuestas con el fin de transformar a Cartagena en la gran metrópolis del Caribe, urbe donde sus habitantes deambulen por el sendero de la superación humana recibiendo los beneficios de una infraestructura general de servicios públicos, vivienda, vías, entre otras obras de progreso. Por ese motivo cuando visitamos otras ciudades y observamos su alto nivel de desarrollo urbano surge el análisis del porqué nuestra ciudad permanece paralizada en el tiempo como si la historia colonial fuese un ancla que impidiera su modernización. Por ejemplo, impresiona llegar al aeropuerto José María Córdoba en Rionegro, Antioquia, y transitar por el túnel de Oriente o Santa Elena recorriendo sus 8.3 kilómetros de longitud para llegar a Medellín en 18 minutos, luego circulamos por la ciudad a través de múltiples puentes de interconexión vial interna, viendo las obras de ampliación del metro, así como la reparación de las calles y avenidas. De igual forma podemos ver cómo se han urbanizado las montañas con grandes edificaciones para viviendas hasta de interés social.
Mientras en Cartagena nos olvidamos del programa de canalización de caños y lagunas que incluía la construcción de puentes para la circulación vehicular y el paso de naves, la reforestación del cerro de La Popa como zona de reserva natural y la reglamentación de áreas para la urbanización que impidiera la tugurización de hoy, la administración del parque lineal en Crespo, del cual no se sabe qué entidad es la responsable de su mantenimiento, la culminación de la vía Perimetral con su malecón, la ejecución de los proyectos de protección costera; la construcción de los puentes sobre la intersección de la bomba El Amparo, entre otras obras.
Tenemos la esperanza que el alcalde William Dau, elegido por el voto libre de los cartageneros y quien tiene como único compromiso el servicio a la comunidad, oriente en su administración en el 2021 un proceso de participación ciudadana que facilite la unión de voluntades de las fuerzas vivas para sacar adelante los macroproyectos pendientes, considerando que ejecutar las obras que la comunidad requiere con calidad y economía también es luchar contra la corrupción.
Para superar un día el progreso y calidad de vida que hoy admiramos de otras capitales se necesita una ciudadanía activa, empoderada de sus derechos y deberes, que se aparte de la indiferencia, junto a una dirigencia política y administrativa que se desmarque de los intereses particulares para materializar los anhelos de la comunidad.
*P.U. Comunicación Social Periodismo. Especialista en Formación de Formadores.