Por: Freddy Machado
El Inem de Cartagena cumple 50 años. Se fundó en marzo, es decir, se inauguró en primavera, justo cuando florecen y se desnudan los árboles de Roble. La institución educativa, en su momento, debió considerarse como un “megacolegio”, así como hoy se llaman, las grandes escuelas públicas. En esa época, años 70’s, me imagino que debió generar envidia -de la buena- su impecable infraestructura, sus sofisticados equipos, laboratorios y talleres, así como sus excelentes escenarios deportivos. Sin embargo, lo más importante, el plus, era ese profesorado de lujo pues como se sabe, todos sus docentes eran licenciados y muy bien calificados.
Desde sus primeras promociones, sus alumnos pasaron a ocupar los primeros lugares en las pruebas de conocimiento para el ingreso a la Universidad Pública del país y en especial, a la universidad más emblemática de la región, fundada por Bolívar: la Universidad de Cartagena.
El Inem siempre ha sido el Inem, pero en los años 70 y 80, su nivel era, como se dice ahora, muy superior.
La institución tenía su Banda Musical liderada por Eugenio Giraldo (QEPD). Los profesores de Educación Física se encargaron de entrenar a destacados deportistas, llamados en su momento a integrar, seleccionados de Bolívar y Colombia. A su vez, era muy conocido que los profesionales graduados como bachilleres industriales, se destacaban en las factorías de Mamonal mientras que los bachilleres de comercial, eran preferidos en el naciente sector empresarial de la urbe.
Evocar a sus prestigiosos profesores -muchos ausentes- y mostrar nuestra gratitud, es un deber. En el área de ciencias tenemos a Alfaro, Cueto, Callejas, De La Rosa, Suarez y el temible Juan Torres con su física de Michel Valero. En Español estaba Batista, Montero y Paternina. En Matemáticas Lucia de Mulet, Ana Lucrecia Pulecio , Palomino, Vitola y Carmen Muñoz. En Educación Física Diego, Democrito, Roque, Vargas y Ruiz. En Idiomas se destacaban Tribiño en Inglés y en Francés, la Peñuela. En Sociales, Manuel Cuadrado y el sabio bacán de Euclides Flórez. La mejor Catequesis se la debemos a Don Everardo Ramírez Toro (compositor del himno del Inem).
Seguramente notarán que muchos docentes no han sido mencionados pero no se trata de una enumeración exhaustiva sino de un ejercicio personal por reseñar a maestros inspiradores de mi promoción -1982- pues en el Inem, abunda la grandeza, y sus maestros siempre lo han dado todo.
Y, como los libros siempre han sido costosos, los profesores del Inem preparaban con rigurosidad y mucha mística, las “guías”. En estos documentos se desarrollaban los temas de estudio y se fijaban los objetivos perseguidos por el docente. Sin duda, una metodología innovadora, capaz de cambiar las dinámicas de estudio y crear un nuevo enfoque pedagógico. Para ese nuevo orden, en los primeros años, se requería de un mimeógrafo y esa máquina la comandaba el archiconocido Jhonny.
El Colegio era inmenso y estaba rodeado por un bosque seco tropical, lugares que hoy son barriadas de cemento. Su estructura era un entramado de amplios bloques o áreas, intercomunicados por pasillos donde se jugaba al “Orto” con pepas de mango y a la terrible “bolita del lloriqueo”. Los alumnos, en vez de los profesores, nos desplazábamos en busca de los salones hasta que un potente timbre nos avisaba el final de las clases…
A la hora del recreo, los quioscos eran el epicentro del bullicio y la mamadera de gallo.
En materia de disciplina, las reglas las fijaba el buen Montes y sí que sabía cumplir su papel. Aún recuerdo la irreverente inscripción “Fuera Montes del Inem” en los muros de los baños, señal relevante que ejercía a plenitud y con mucha competencia su papel histórico. Las unidades docentes estaban a cargo de Eduardo Muñoz, Leonardo Herrera y Rosilda Arrieta.
El Inem era nuestro universo y constituía “la casa grande” y amable de una población estudiantil que se caracterizaba por residir en viviendas muy humildes. Era un colegio mixto y para mi gusto, todas mis compañeras eran muy lindas pero dos o tres persisten en mi imaginario de esos días felices.
En los años de fundación del Inem, ese sector de la ciudad donde estaba ubicado, presentaba dificultades en el suministro del servicio de agua potable. El Inem superó esas afugias pues en su infraestructura se incluyó un tanque elevado, que como una “i” gigante, se alza imponente como un símbolo de grandeza, berraquera e identidad.
El punto de encuentro de las dos jornadas-mañana y tarde-, era al medio día. Un ejército de vendedores de mango biche, ciruelas, mamón y raspao, se integraban a esa fiesta juvenil en pleno resplandor de la luz y los colores del Caribe.
Es un orgullo ser egresado del Inem y haber crecido en su filosofía. Lo mejor, conocer e interiorizar, los secretos de la letra del himno que inmortalizó al maestro de barbas, el mismo que con su testimonio de vida dejó en claro que más que un revolucionario, era un visionario.
Y, un verdadero ser de luz.
No volverán las mañanas del Pájaro Madrugador, ni los campeonatos del imbatible “Nottingham Forest”, ni las empanadas en la Casa Blanca de la Loma, ni los escritos en el periódico del Comité Estudiantil del Inem (CEI), ni las fiestas en la cafetería y mucho menos, esos buses de Bosque Blas de Lezo, repletos de muchachos tanto del Inem como de la Femenina, cantando en coro los éxitos del grupo Miramar.
Larga vida al Inem Cartagena y felices 50 años…