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Imelda Daza: La patriota que nunca olvidó a su tierra.

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Por: Rodrigo Meléndez Prenk

Corría el año 1985. Tras el intento de un acuerdo de paz del entonces Presidente de Colombia Belisario Betancur Cuartas y la guerrilla de las FARC, surgió el partido político Unión Patriótica que fue víctima del más grande genocidio ocurrido en el país. La Jurisdicción Especial para la Paz la Paz (JEP) ha dicho que las víctimas de este genocidio son 5.733 de las cuales 4.616 fueron asesinadas y 1.117 desaparecidas. Del total de víctimas 5.195 eran militantes de la UP, mientras que las 538 restantes no eran miembros del partido pero fueron asesinadas o desaparecidas en hechos de violencia dirigidos en contra de esa Organización Política, ha detallado la (JEP). El genocidio contra la UP costó la vida de miles de militantes, amigos y simpatizantes del partido incluyendo los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal asesinado el domingo 11 de octubre de 1987 luego de pasar un domingo familiar, cuando salía de su finca en el municipio de La Mesa.

Eran las 3:45 de la tarde cuando desde un vehículo dispararon contra el auto donde se movilizaba el candidato quien murió, a causa de las graves heridas en el hospital municipal horas más tarde. Otro candidato presidencial Bernardo Jaramillo Ossa fue asesinado el 22 de marzo de 1990 en el terminal puente aéreo de Bogotá cuando esperaba un vuelo a Santa Marta
acompañado por 16 escoltas del Das y no portaba el chaleco antibalas a pesar de las amenazas de muerte en su contra. Un adolescente de 16 años acabó con su vida con una mini Ingram. El senador Manuel Cepeda Vargas otro dirigente Nacional de la UP fue asesinado el 9 de agosto de 1994 en la Avenida de Las Américas con carrera 74 en Bogotá a solo dos calles de su residencia en la Urbanización Banderas, localidad de Kennedy en la capital del país. La violencia contra la UP también se sintió en Barranquilla con el asesinato de José Antequera un activista político que había estudiado en la Universidad del Atlántico quien fue asesinado el 3 de marzo de 1989 en el aeropuerto El Dorado de Bogotá cuando se dirigía a Barranquilla, en ese atentado resultó herido el entonces precandidato presidencial del partido liberal Ernesto Samper, con 11 proyectiles varios de los cuales aún permanecen en su cuerpo como testimonio del exterminio contra la UP.

Mujeres líderes de la Unión Patriótica también sufrieron los rigores de la violencia contra ese grupo político; Aída Avella dirigente y presidente en su momento del partido sufrió un atentado que la obligó a exiliarse fuera del País. En medio de ese caos comienza la historia de Imelda Daza actual Senadora del Pacto Histórico.

La llegada a la Unión Patriótica.
Imelda Daza hacía parte de un Movimiento Cívico que había surgido para promover la creación de la Universidad Popular del Cesar y lo lograron. «Eso nos animó muchísimo, el movimiento siguió creciendo y la Universidad empezó a funcionar» recuerda Imelda con una mirada vivaz evocando aquellos años de su despegue político.

Animada por las palabras del Presidente Belisario Betancur «Mi lema es la Paz» la joven dirigente ingresó a la UP. Recuerda que una Comisión de Voceros del país de todos los sectores se fue a la Uribe-Meta y en corto tiempo, en algunos meses logró dos acuerdos con la guerrilla de las FARC, el acuerdo de cese bilateral de fuego y la creación de un partido político que permitiría el retorno de los guerrilleros a la vida política y social, se creó así la Unión Patriótica por acuerdo entre la guerrilla de las FARC y el gobierno de Belisario Betancourt «Nosotros en Valledupar enterados de la noticia nos animamos muchísimo
porque dijimos se acabó la guerra y decidimos vincularnos a la Unión Patriótica porque nosotros en Valledupar vivíamos en un hueco, era un pueblo de 200,000 habitantes en el año 85 donde uno para enterarse de las noticias tenía que esperar los buses de Copetran que llegaban de Barranquilla a las 5 de la tarde y traían el periódico El Tiempo y el Espectador a esa hora leíamos el periódico» además, concluye Imelda, se ilustraban con media hora de noticiero al mediodía y media hora en la noche.

Era un grupo de profesionales jóvenes en un hueco, como ella le llama, aislados y entonces pensaron que la Unión Patriótica era un partido de izquierda que les permitiría interlocutar con todo el país porque seguramente este partido se movería en todo el territorio y los convocarían a eventos en Bogotá y en otras ciudades. Hicieron ese análisis y decidieron vincularse a la UP. Fueron a Bogotá hablaron con el partido comunista, quienes los orientaron y así empezaron en esa Organización una campaña intensa y entusiasta de una juventud que no tenía freno.

«No nos cansamos nunca llegó el año 86 elecciones el 26 de Marzo; hicimos Alianza con los liberales Araújo Noguera, Consuelo Araújo era nuestra madrina y vocera del gobierno en la Unión Patriótica Cesar» a través de ella y del gran aporte que le hizo a la naciente colectividad aceptaron respaldar la lista de Álvaro Araújo, hermano de Consuelo, a la Cámara de Representantes, llevaron lista al Senado y fueron a las elecciones.

«El resultado nos sorprendió inclusive a nosotros mismos, un movimiento que tenía seis meses de estar en campaña, nuevo absolutamente nuevo en el país y elegimos siete concejales en siete municipios distintos elegimos un diputado y ayudamos a elegir a Álvaro a la cámara».

El resultado fue exitoso, en el resto del país eligieron 15 congresistas nueve senadores y seis representantes a la cámara «eso no lo ha hecho nadie, esa hazaña no la ha repetido nadie, ningún partido nuevo en este país lo ha logrado» apunta con orgullo Imelda Daza.

Eligieron más de 200 diputados y más de 300 concejales en todo el país, éxito que los llenó de regocijo y de entusiasmo, veían un futuro fantástico para Colombia, el fin de la guerra era lo principal.

«De repente la reacción de la clase política mezquina egoísta indolente y definitivamente ciega de pasión sectorial, políticamente hablando, y lejos de aplaudir el éxito de un nuevo partido inicia un macabro plan de exterminio físico de todos los líderes de la Unión patriótica» recuerda Imelda con dolor en sus palabras.

Señala que de los congresistas elegidos 11 fueron asesinados, los demás se fueron al exilio así como concejales y diputados. Todos los días se inició una masacre, un genocidio que no paró como hasta el año 2003 cuando mataron en el Cesar el último que fue el candidato al senado Luis José Mendoza Manjarrés.

«Yo había sido elegida concejal de la Unión Patriótica en Valledupar ese 26 de Marzo, soy la única sobreviviente de los siete concejales que elegimos en el año 86» apunta la actual Senadora.

Amenazada de muerte.
Un día se reunieron en la sede de la Unión Patriótica y la consigna fue que les tocaba replegarse, era imposible seguir en Valledupar. Ella tenía dos niños muy pequeños y estaba embarazada. Tomó la decisión de irse a Bogotá dónde al poco tiempo comenzó a recibir llamadas telefónicas amenazantes le decían que todos los comunistas tenían que morir que
sabían donde estaba y cosas por el estilo. Llamaban a las 11 de la noche a las 3 de la mañana a las 5 de la tarde a toda hora.

«Un día me dijeron se llegó la hora vieja HP, con mi nombre y todo, vamos por usted» eran las 11 de la noche. Ella había ido a la Comisión de Derechos Humanos y había hablado con Alfredo Vázquez Carrizosa, ex canciller de la República quien entonces lideraba una ONG defensora de Derechos Humanos. El le dijo que escuchara todas las llamadas y respondiera
el teléfono. «Hay que saber lo que le dicen y si dan un ultimátum usted ya sabe a quién tiene que acudir, aquí la protegemos, aquí la apoyamos» le advirtió el dirigente. Eso hizo, a las 11 de la noche logró la comunicación con la gente que trabajaba con el doctor Vázquez Carrizosa y ellos fueron por ella. A las 12 de la noche llegaron a su casa, por suerte el edificio tenía entrada por el frente, y por el parqueadero se podía salir a la otra calle, entonces así salió de ahí.

La alojaron en un apartamento que tenían para esos casos de urgencia y dos días después le habían tramitado un viaje para Lima, Perú porque las llamadas ya eran insoportables. Ella había dejado un amigo ahí en su apartamento que seguía respondiendo las llamadas, en una de las cuales le dieron a conocer exactamente la dirección del edificio donde ahora
vivía Imelda en el barrio Nicolás de Federmán. «Tenemos la dirección vamos por esa comunista de mierda» amenazaron.

Huyendo del país.
Imelda Daza se fue para Lima con la intención de pedir allá el asilo político el cual le negaron, le dieron una visa de 3 meses para permanecer como turista pero mientras estuvo en Lima logró contactar a unos amigos que ya se habían exiliado en Europa.

El asesinado candidato presidencial Bernardo Jaramillo hizo un recorrido por Europa y esos amigos exiliados en Suecia hablaron con él y le mandaron en un papelito su dirección de allá y su teléfono, cuando Bernardo Jaramillo regresó al país le entregó el dato a un amigo común y ese amigo le mandó la información a Lima a Imelda. «Yo entonces le escribí a esa amiga y ella fue la que me orientó para irme, regresé a Bogotá cuando se me terminó la visa de turista, recogí mis hijos y nos fuimos al exilio mis hijos y una sobrina que vivía conmigo. Mi esposo debió quedarse para terminar unos asuntos, yo me fui el 16 de septiembre, él se fue en julio del año siguiente y allá vivimos 26 larguísimos años.

La vida en Suecia.
Imelda se vio obligada a huir de Colombia para no ser asesinada y recurrió al asilo político, le tocó vivir en el exilio, debió abandonar el país para salvaguardar su vida y la de su familia durante el exterminio que fuerzas oscuras le infringieron al partido Unión Patriótica, a ella el genocidio, al cual sobrevivió por la decisión que tomó de irse del país, la impulsó hacia
Europa, la acogió Suecia en el Polo Norte un país que ella califica de maravilloso, un país donde se premia la paz y se cultiva la democracia, “pero el exilio es cruel sin importar las condiciones del país que lo acoja a uno, el exilio es desarraigo, desplazamiento forzado…es ruptura brusca de un proyecto político de un proyecto familiar” sentencia la Senadora que debió renunciar a los hábitos, a las costumbres, a la lengua para verse obligada a acomodarse y adaptarse a otra sociedad que le resultaba totalmente ajena.

A una nueva y extraña lengua se enfrentó la valiente mujer a su llegada a Suecia, también a condiciones extremas de clima y maneras de vivir difíciles para un habitante de la Costa Caribe donde hay 12 horas de sol 360 días al año, contrastando con un país que tiene estaciones muy marcadas pero más o menos seis meses de penumbra y oscuridad.

El primer sentimiento fue de frustración y resentimiento por el desarraigo forzado, sentía que el país la había expulsado y le dolía mucho que sus hijos tan pequeños casi no pudieran crecer al lado de sus abuelos, de sus tíos, de sus primos aprendiendo la lengua propia de allá. La golpeaba la soledad…la ausencia, no eran épocas de internet ni de redes sociales, lo único que podían leer allí, porque lo pidieron en la biblioteca de la ciudad donde vivían, era una suscripción al dominical de El Tiempo y de la Revista Semana que llegaban a la biblioteca de la ciudad de Jönköping donde vivían, era el único medio que tenían para enterarse de lo que ocurría. Las cosas simples que se viven en cada hogar de la región Caribe no pudieron vivirlas sus tres hijos; no hubo encuentros con abuelos, primos, amigos ni costumbres costeñas y ella se esforzó por recordar el país bueno, “fue un ejercicio muy, muy interesante porque yo revaloré muchísimas cosas que no las tenía allá entonces descubrí que haber tenido una familia extensa y grande como la que yo tenía en La Guajira cuando era una niña fue un recurso maravilloso, el sentir tanto cariño de tanta gente en la infancia lo fortalece a uno muchísimo” recuerda ella.
Imelda Daza tuvo la fortuna de volver al país, al terruño que nunca sacó de su corazón, vivió durante 26 años en Jönköping, en donde trabajó como docente escolar y universitaria.

Además, se desempeñó como concejal por el Partido Socialdemócrata Sueco y luego por el Partido de la Izquierda durante 15 años (con vigencia hasta 2018).

Al final de nuestra charla Imelda Daza escarba el horizonte de sus recuerdos con sus vivaces ojos y con voz pasiva y su fuerte tono característico anota “pero una cosa corriente en mí me tocó; puedo decir que todos los días de esos 26 años soñé con el retorno, con el retorno a Colombia y con el retorno a Valledupar”.

Pasado el genocidio contra la Unión Patriótica y en el día de hoy afirma categóricamente que los compañeros que se fueron para la guerrilla están vivos “Simón Trinidad preso en Estados Unidos pero vivo los que nos replegamos salimos de Valledupar nos exiliamos interna o externamente todos estamos vivos se han muerto algunos líderes de muerte natural mientras que los que se quedaron en Valledupar todos, todos fueron asesinados”.

Los tres hijos de Imelda Daza nunca regresaron a Colombia el país de sus orígenes que no fue capaz de garantizarles ni siquiera el derecho a la vida, se quedaron en Suecia un país frío que les dio el calor de hogar.

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