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En Colombia, la equitación va más allá de ser simplemente un deporte; es una práctica y un arte que se centra en la conexión con el caballo. Implica el dominio de habilidades esenciales para controlar y comunicarse con estos majestuosos animales, además de requerir un profundo conocimiento de su anatomía y comportamiento. Esta destreza solo es alcanzable por aquellos jinetes que son constantes y disciplinados en su dedicación.
La actividad ecuestre en Colombia está experimentando un momento muy favorable, al punto de haber contemplado un notable crecimiento en los últimos años. Según la Federación Ecuestre de Colombia, se practican diversas disciplinas, entre las que se incluyen el salto de obstáculos, la doma clásica o el adiestramiento, la prueba completa de equitación, el volteo, entre otras.
En este contexto, Juan Pablo Betancourt, un jinete profesional con proyección considerado uno de los máximos exponentes de este deporte en Colombia, ha demostrado con firmeza que la determinación y el arduo trabajo pueden conducir a resultados sobresalientes en esta disciplina. Originario de Cali, Colombia, comenzó su carrera deportiva a la temprana edad de 8 años, cuando sus padres lo inscribieron en una escuela de equitación. Fue en este lugar donde forjó su conexión innata con los caballos.
Desde entonces, su infancia estuvo impregnada de la presencia de estos majestuosos animales y de la participación en competencias de equitación, llevándolo a integrar la selección Colombia en la categoría de infantes y representando a su país en toda Sudamérica.
Con el tiempo, Juan Pablo Betancourt tomó la decisión de trasladarse a la ciudad de Bogotá, donde encontró el respaldo y el patrocinio de la marca TROYA, una destacada y prestigiosa empresa en el mundo de productos ecuestres, líder en venta, comercialización y solidaria con el apoyo económico para el objetivo social.
Bajo el auspicio de TROYA, participó en competencias de renombre tanto a nivel nacional como internacional. En 2015, representó a Colombia en una competencia internacional en los Estados Unidos, donde se hizo merecedor de una medalla de bronce. Luego, en 2017, alcanzó la cima al proclamarse campeón tanto en la competición por equipos como en la individual en los Juegos Bolivarianos Ecuestres, logrando la medalla de oro y obteniendo un puntaje cercano a la perfección.
En resumen, la trayectoria de Juan Pablo Betancourt ha estado marcada por la pasión, la dedicación y el respaldo de TROYA, lo que le ha permitido alcanzar logros destacados tanto a nivel nacional como internacional en el mundo de la equitación.
Otro de los triunfos reconocidos del caleño fue en el Concurso Nacional de Salto que se llevó a cabo en el Club Campestre de Cali en 2021, con la prueba de 1,45 metros, ocupando el primer y segundo lugar en la modalidad 2 estrellas. Actualmente, el vallecaucano tiene su mira en los próximos Juegos Nacionales de 2023 y otros proyectos futuros.
Su gran pasión por los caballos y el deporte lo han llevado a conseguir grandes logros, siendo reconocido como uno de los mejores jinetes de Colombia. Y es que Juan Pablo tiene claro que ser un deportista de alto rendimiento no es fácil, se necesita disciplina, actitud y coraje. ‘Solo puedo decirles a los jóvenes que inician en este mundo de la equitación que persigan sus sueños y sigan adelante. Esta actividad, más que un pasatiempo, es un deporte que implica ser disciplinado, pero también amar a estos animales. A los jóvenes, los invito a que vivan esta experiencia’, menciona el deportista.
La equitación ha experimentado un notorio ascenso en el panorama deportivo mundial, destacando la importancia y protagonismo tanto del caballo como del jinete. En última instancia, esta disciplina se erige como una actividad que fusiona la profunda conexión con el animal, la destreza y habilidad del montador, y la colaboración armoniosa entre ambos. Este fenómeno trasciende fronteras y promete un futuro esperanzador en el ámbito internacional, donde la equitación continuará deslumbrando a audiencias de todo el mundo.