Por: Bernardo Romero Parra.
La pandemia que azota a la humanidad ha develado numerosos problemas para los colombianos, uno de ellos es el aumento del acoso a los usuarios del sistema financiero efectuado por empresas de cobranzas que utilizando los avances tecnológicos hostigan con avisos, mensajes y llamadas a quienes osan obtener sus productos, sin embargo los representantes de los gremios a los que pertenecen piden concesiones al gobierno mientras que ellos no tienen misericordia con los clientes.
Anuncian la elaboración de la factura, luego llaman a decir que la cuenta vence en determinada fecha, y en el día límite recibes llamadas antes de las 8 a. m., recuerdan nuevamente a las 12 m., insisten a las 4 p. m. y en la noche te vuelven a contactar para recordar el pago, si ya has grabado los números telefónicos y no contestas utilizan otros códigos numéricos y cuando dices: ‘¿aló, con quién hablo?’, no contestan. Si no cancelas, en los días posteriores empeora la situación convirtiéndola en insostenible para la salud mental del deudor.
Cuando respondes una de estas llamadas, escuchas el recitar de alguien al otro lado de la línea que de forma automatizada repite un parlamento técnico donde al final piden un compromiso de pago, so pena del reporte negativo a las centrales de crédito y la amenaza del inicio de un proceso jurídico de embargo y secuestro de los bienes. Algunas empresas ofrecen la refinanciación del crédito a pesar de no estar en mora para aumentar el número de cuotas y disminuya el valor de las mismas, lo cual al hacer un análisis la mayoría de las veces se descubre un aumento significativo de los intereses que hacen más onerosa la deuda.
El crédito educativo ofrecido por el Icetex, cuyos cobradores sin importar que es una entidad gubernamental utilizan idénticas estrategias a las entidades del sector privado que pueden llevar a cualquier persona a un estado de desesperación y angustia que trastorne gravemente su salud, es otro ejemplo de la reforma que el Congreso de la República deben implementar para que los créditos entregados a los estudiantes para sus estudios tengan una mejor forma de pago sin ninguna clase de usura.
En estos tiempos de angustia social y económica causada por las medidas de bioseguridad donde se perdieron infinidad de empleos, el sector financiero debe comprender que los usuarios del sistema también sufren por no disponer de los ingresos para el pago de sus acreencias como quisieran, por lo que deberían humanizar la cobranza, ya que quien te llama después de acosarte pregunta cínica o ingenuamente: ¿Por favor tiene otra línea donde lo pueda ubicar?