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Adolfo Pacheco y el derecho

Por: Freddy Machado

Por su grandeza, y por lo que constituye su excelsa obra musical, los amantes de la música de acordeón nos sentimos orgullosos del maestro Adolfo Pacheco Anillo y de su valioso aporte a nuestro folclor.

Ese orgullo es más elocuente y sentido para los egresados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena, pues Pacheco Anillo es uno de los nuestros (abogado promoción 1980). A manera de homenaje al buen profesional del derecho, y como un ejercicio lúdico, hemos querido indagar sobre la probable relación existente, entre sus cantos y lo jurídico.

En efecto, hilando más fino, son muchos los hallazgos y evidencias en cuanto a que sus canciones desarrollan ciertos contextos o hacen referencias a escenarios que son comunes al universo jurídico.

Una primera muestra la encontramos en “La hamaca grande”, el himno de San Jacinto. Este canto es el mejor testimonio de cómo se realiza una conciliación y del por qué es importante tener voluntad de concertar.
La conciliación es una figura jurídica que permite la solución alternativa de los conflictos y Pacheco Anillo se vale de su canto para mediar con éxito, con ocasión de frenar las diferencias existentes entre dos escuelas o estilos muy distintos de interpretar la música de acordeón: la visión de los habitantes del Magdalena Grande y la perspectiva de los músicos de las sabanas del Bolívar Grande.

En La hamaca grande se resalta el valor de la integración de los pueblos y qué mejor ocasión para materializar la acción sino en el marco de un festival vallenato. Pacheco Anillo le bajó la intensidad a la disputa de las regiones, al percibir que con el empleo de un símbolo, y con mística, podía consolidar un punto de encuentro. Entonces se decide a echar mano a una “hamaca gigante”, la que ofrece como muestra de fraternidad y reconciliación entre las partes en disputa.

“…y llevo una hamaca grande, más grande que el Cerro e’ Maco, Pa’ que el pueblo vallenato, meciéndose en ella, cante”

El Derecho Comercial aparece en forma plena en la hermosa canción inspirada con ocasión de las dificultades financieras de su padre y por consiguiente, de la urgente necesidad de abandonar su terruño en búsqueda de nuevos horizontes. La nostalgia se vive en El viejo Miguel:

“Buscando consuelo, buscando paz y tranquilidad El viejo Miguel del pueblo se fue muy decepcionado”

Y, la desesperanza de los malos negocios, la describe Pacheco Anillo de la siguiente manera:

“Se acabó el dinero se acabó todo hasta el Gurrufero el techo seguro cómo el alero de la paloma. Pero eso no importa porque es mejor empezar de nuevo, cual la flor silvestre que al renovar es mejor su aroma”

En la canción El Tropezón, los aires del Derecho Internacional están presentes pues juega con sus conceptos y desafía los obstáculos que se le presentan en el amor….

“Pero la experiencia me enseñó que la guerra es guerra en el amor y con diplomacia pediré en otra embajada corazón que te asilen por última vez”.

El Derecho Policivo deambula en el personaje de Carmen García, la pendenciera mujer que bajo los efectos de los celos perturba la tranquilidad pública de un vecindario de San Jacinto. La narrativa del suceso en la canción Gallo Bueno es muy ilustrativa…

“José de la Cruz, hermano (bis) alista la policía que ahí viene Carmen García con un revólver en la mano Viene con gafas negras para /ocultar el dolor Que por culpa de los celos le rompe /su corazón y me hace pasar la pena gritándome a boca llena espérame allí traidor”.

El eterno conflicto del maltrato a los campesinos y la injusticia social, así como los problemas de la tierra que tanto interesan al Derecho Agrario se asoman en las vivencias de José Miguel en Cantó mi machete…

“Yo soy hombre de trabajo soy pobre desde muy niño pero un aguacero en mayo de pronto cambia mi fatal destino José Miguel levántate temprano limpia la huerta siembra más y más por avanzarte mucho en el verano el rico avaro te logra engañar Cuando venda la cosecha lo que deba pagaré compro ron, hago una fiesta y lo que sobre es para mi mujer”.

Y, si se trata de referencias al Derecho Canónico podríamos encontrarlas con precisión en la canción Mi niñez. En ese canto de estilo autobiográfico se expone el recorrido del Maestro -de niño a adolescente-, por las escuelas de primaria y secundaria en las que se formó.

“Dice en sellado papel Yo reverendo Trujillo bauticé a un Pacheco Anillo de nombre Adolfo Rafael como párroco doy fe número y folio dan cuenta renglón seguido comenta que nació en hogar cristiano ocho de agosto del año mil novecientos cuarenta”

En el canto Me rindo Majestad se hace mención a la monarquía como sistema de gobierno. Esa mención nos permite evocar las primeras clases de Derecho Constitucional en el Claustro de San Agustín.

“Voy a abdicar al trono de mi reinado Vengo a decirle: me rindo majestad Usted será la reina, yo su vasallo le entrego toda, mi libertad”

Los términos “alevosía” y “premeditación”, inherentes al Derecho Penal, son relevantes y se destacan en la canción Código de Amor”…

“Amar con alevosía y con premeditación es delito que castiga con tu despreocupación”.

Sin duda, podemos seguir encontrando más coincidencias y mejores parangones entre las composiciones musicales de Pacheco Anillo y el derecho. Incluso, otros dirán que sus estudios de abogado son posteriores a sus grandes obras.

Lo cierto es que en la canción Mercedes, picaresca pura, nos trae a la memoria el Código Penal de 1936 y nos permite rememorar el delito de Rapto, conducta que se ubicaba, para la época, en el título de los punibles contra la familia.

Y siguiendo con nuestro ejercicio, en la práctica judicial lo que mejor caracteriza a un buen jurista es la capacidad de construir un excelente alegato. El buen Pacheco Anillo ejercita a plenitud sus habilidades en el canto El pintor, donde con fuerza argumentativa consolida un discurso contundente en contra de un adversario que sin gracia y sin suerte, pretendió descalificar su arte.

El Derecho Penitenciario se refleja en la tristeza infinita y las penas que experimenta El Mochuelo, en la tonada del mismo nombre.

En definitiva, la narrativa del maestro, el apego a nuestras raíces Caribes y esa cosmovisión profundamente montemariana, nos hacen felices y nos permite, en silencio, repensar sobre esa frase expuesta en El viejo Miguel, y que es la mejor invitación para reafirmar nuestro origen “Yo a mi pueblo no lo llego a cambiar ni por un imperio”.

El viejo dicho: “entre abogados, te veas…”, tiene sentido si es con la grata compañía del maestro Pacheco Anillo, para hablar de cómo fluye lo jurídico en su obra musical. ¡Todas las bendiciones para el maestro!.

Esta columna fue publicada hace varios meses y hoy la repetimos, como un homenaje al desaparecido maestro Adolfo Pacheco.