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Aeropuerto 2024

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Por: Freddy Machado

El barrio, siempre ha estado en la zona norte, desde mucho antes que aparecieran los edificios de Serena del Mar y los demás condominios de Los Morros, Manzanillo y Punta Canoa. Es un barrio muy tradicional de Cartagena, ubicado a orillas del mar caribe y que se extiende hasta la margen derecha del antiguo caño de Juan Angola, el mismo que le sirve de frontera con Canapote, el 7 de agosto y San Francisco.

Las casas del barrio, en su diseño original, eran amplias y muy confortables. Eran unas viviendas excepcionales, no como las cajas de fósforo de ahora. Se distinguían por su gran tamaño y especialmente, por lo extenso de sus patios. De esas casas quedan pocas (la de la familia Haydar, la de Rodolfo Díaz y unas 10 más) pues en los lotes de esos inmuebles, germinaron grandes edificios y ya son tantos que, colapsaron el alcantarillado.

Y, por estos días, las aguas residuales se asoman en sus calles y corren raudas enrareciendo el entorno con sus olores nauseabundos tal como ocurre en la carrera 7a por los lados de la parte trasera del Club de Profesionales.

También, de un tiempo para acá, la población de ese vecindario se ha multiplicado hasta el punto que, hoy por hoy, los hijos de los fundadores del barrio se sienten extraños en sus avenidas, calles o cuando acuden a los supermercados ubicados en la 70.

El barrio se llama Crespo y se ubica, tomando la avenida Santander, a unos 10 minutos del centro histórico de Cartagena. El barrio tiene dos plus: por un lado, unas playas silvestres donde están ausentes los vendedores ambulantes y por otro, un moderno y hermoso parque lineal.

Se sabe que a los habitantes del barrio, se les llaman “cresperos”. Ellos son gente amable, muy orgullosos de su tradición y con muchas historias comunes.

Los “cresperos” se alegran -y hacen fiesta-, cada vez que se anuncia que en Cartagena se proyecta la construcción de un nuevo aeropuerto pues aspiran a liberarse por fin de ese terminal aéreo que es sinónimo de contaminación ambiental y de caos para el vecindario.

El aeropuerto de Crespo es el desgobierno en acción: en su cabecera se “taponó” el caño Juan Angola; a la altura de los patios de la 7a las ropas dejadas a secar “vuelan” cada vez que aterrizan o despegan los aviones; en la 3a la misa se interrumpe porque los feligreses tienen que salir a mover sus vehículos cuando el carro tanque gira para ingresar al aeropuerto llevando combustible para el aprovisionamiento de los aviones y para colmos, con la recuperación de la cienaga de la virgen la aves silvestres que regresaron con la reactivación vienen siendo espantadas a “escopetazos” todos los días dizque para evitar que se afecte la navegación aérea.

La conciencia social y la razonabilidad aconsejan que es hora de reubicar ese aeropuerto. El nuevo terminal aéreo debe estar dotado de una infraestructura óptima y se hace necesario que se ubique muy lejos de los centros poblados. Es más: es imprescindible que se le proporcionen amplios espacios, con capacidad de generar un verdadero polo de desarrollo para la región.

En el caso del terminal aéreo de Crespo, es evidente que el flujo de pasajeros -nacionales y extranjeros-, impacta la dinámica del vecindario e incide de manera relevante en las condiciones negativas de tal desgobierno.

Lo cierto es que en estos días “los cresperos” están amargados, desorientados y tristes pues se tiene noticia, y hasta se está socializando con los vecinos, que se tiene un plan B. La idea ya no es reubicar el aeropuerto sino ampliarlo.

– ¿Ampliarlo? -Oh sorpresa!

Esto significa que en vez de aplaudir -por fin- la salida del aeropuerto del barrio Crespo, nos aprestamos a continuar la fiesta y que se consolide semejante desorden urbano.

Un mega-aeropuerto es una necesidad sentida de la ciudad y mucho más, del barrio Crespo. La propuesta de una ampliación del terminal aéreo no es más que un pretexto que vendría a retrasar el posicionamiento de Cartagena como destino turístico. Es indiscutible que lo que más perjudica a los cartageneros es esa visión limitada de sus gerentes pues siempre se nos impide, pensar en grande!!!

Debo cerrar el artículo dando a conocer que soy vecino de Crespo, y que esta es mi manera de socializar mi negativa a la ampliación del aeropuerto. Me ratificó: prefiero un nuevo terminal aéreo que sea más amplio, acorde con la belleza de la ciudad y que no “encrespe” a los vecinos de Crespo.

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