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“Cartagena desastre social”

Por: Germán Danilo Hernández

Adolfo Meisel Roca, rector de la Universidad del Norte de Barranquilla, connotado economista del país y uno de los más destacados investigadores de las realidades del Caribe colombiano, volvió a poner el “dedo en la llaga” al calificar la situación que afronta Cartagena de Indias, como un verdadero “desastre social”.

Durante su intervención en el foro “Construcción y agricultura, presentes en la recuperación económica y social de las regiones”, realizado el pasado 29 de julio en la capital del Atlántico, y que circula profusamente en las redes sociales y en grupos de Whatsapp, el ex director del Banco de la República hizo un descarnado análisis del lamentable momento que afronta la ciudad, como consecuencia de problemas acumulados desde hace varias décadas.

Tales apreciaciones podrían haber generado un gran revuelo en Cartagena que conllevara a pronunciamientos de las diferentes fuerzas vivas de la ciudad y de sus autoridades; la convocatoria a otros espacios de discusión por parte de la academia, y a una revisión de acciones por parte de la dirigencia cívica y política local, por ejemplo, pero salvo contadas excepciones, para muchos esas palabras les causan el mismo impacto del sonido de la lluvia al caer.

Algunos intentaron sacarle provecho político, pretendiendo usar la intervención de Meisel como una descalificación puntual de la actual administración local, otros se apresuraron a apuntar el dedo acusador a nombres y sectores diferentes al suyo como únicos responsables de la situación denunciada, y no pocos se conformaron con expresar que ya eso “sea ha dicho muchas veces y nada pasa”.

Efectivamente el tema ha sido recurrente, pero si ha pasado algo: los problemas han empeorado, con tendencia a agravarse. La crisis generada por la pandemia acentuó aún más las precarias condiciones de la gran mayoría de cartageneros inmersos en trampas de pobreza, sin que los discursos y acciones que anuncian soluciones, muestren resultados efectivos y palpables.

Siendo codirector del Banco de la República, en 2016 el mismo Meisel cuestionó a la dirigencia empresarial, turística y política, por carecer de sentido de pertenencia por la ciudad y de su ausencia de voluntad para generar soluciones reales diferentes a las relacionadas con sus propios intereses, e invitaba a la conformación de una clase dirigente desde la ciudadanía participativa.

Hoy Cartagena sigue huérfana de una clase dirigente comprometida con salvar a la ciudad de la hecatombe; las brechas sociales se abren cada día más, mientras que los ojos y oídos se cierran a esa realidad denunciada una vez más por Adolfo Meisel, y que nos  sigue hundiendo en el barro de la desesperanza, mientras cantan las sirenas.