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Cuando la vida se convierte en un oasis de esperanza

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Por: Rodolfo Mejía Fontalvo

El último año de la médico general Dayana Mora Sánchez, ha sido un torbellino de sentimientos intensos y encontrados. Incluso hoy, con seis meses de embarazo, sabe a la perfección lo que es pasar de la angustia a la felicidad, de la risa al llanto y de la alegría, al dolor.

La llegada del mortal virus del Covid 19, asegura, le cambió la vida para siempre porque le ha tocado vivir una de las experiencias más terribles que hoy soporta la humanidad.

Recuerda que cuando comenzó la pandemia, junto a un grupo de médicos de la Clínica Gestión Salud de Cartagena, fueron seleccionados y entrenados para atender pacientes con Covid, en momentos en que el país era declarado en cuarentena.

Las cifras de pacientes infectados cada día aumentaban, en promedio atendían 50 consultas en turnos de 12 horas, a algunos había que devolverlos a casa porque no había dónde ubicarlos y esperar que se desocuparan las camas.

Junto a su esposo, antes de la pandemia, había planificado tener un segundo hijo, lo cual debieron posponer ante el advenimiento del coronavirus.

Siguió atendiendo pacientes Covid, muchos murieron y otros han sobrevivido, pero precisamente esas muertes, son las que la han golpeado muy fuerte emocionalmente.

A la doctora Dayana, se le salen las lágrimas cuando le preguntamos por los pacientes fallecidos. Y es que cada vez que le tocan ese tema, se la hace un nudo en la garganta porque cada vida que se apaga es un drama para una familia.

Dice que es un sin sabor de impotencia, rabia y dolor y se pregunta «porqué y hasta cuándo» tendrán que lidiar con tan angustiosa situación.

Afirma que “para uno es muy difícil como médico desprenderse de ese sentir y no llorar con los familiares de esos pacientes, que estaban aislados y solos, y ellos eran su única compañía, porque la pandemia no permite visitas”.

Sostiene que es de las peores y más fuertes experiencias recordar lo vivido el año pasado y todavía padecerlo en el 2021. En septiembre, todos sus compañeros pasaron por ese golpe emocional, y se preguntaban por qué si lo estaban dando todo, si estaban haciendo lo que se debía, por qué las personas morían.

Se mostraban fuertes ante las familias de los pacientes para que no los vieran quebrarse, y obviamente no angustiarlos más, ante la situación de sus seres queridos.

En octubre del año pasado, el Covid tocó a su puerta y pasó de médico a paciente y afirma que por fortuna fue leve. No llegó a tener compromiso respiratorio y no se explica cómo se contagió porque siempre tiene en cuenta todos los protocolos de bioseguridad, para no infectar a su familia.

Y precisamente, tras reintegrarse a sus actividades a la Clínica Gestión Salud, y recobrar la atención de pacientes Covid, se enteró de su embarazo, una grata noticia que en medio de la angustia y el estrés laboral, le trajo muchas alegrías junto a su esposo y su familia; una noticia que le devolvió la esperanza.

“El embarazo me trajo un sin número de emociones: angustia, desespero, y por supuesto felicidad, porque lo habíamos deseado desde tiempo atrás. Sin embargo el que conoce cómo se comporta esta enfermedad quisiera evitarlo. Y una mujer en embarazo, todo su sistema inmunológico cambia y se vuelve más susceptible a muchas infecciones y enfermedades, pero gracias a Dios, las cosas hasta el momento han salido bien», narra con notable entusiasmo.

Cuenta que fue reubicada a una zona de hospitalización no Covid, donde, en el transcurso de cuatro meses, ha diagnosticado ocho pacientes positivos con el virus. «No me he deslindado completamente. Tratamos al paciente con la minuciosidad de identificar los síntomas y soy insistente en las medidas de autocuidado, sobre todo cuando los acompañantes de los enfermos salen y entran a la institución. Los virus y las infecciones son difíciles de detectar incluso hasta cuando hay síntomas”, agrega.

Dayana, aunque trabaja con entrega y compromiso, vive con el temor de volverse a contagiar. “Soy vector potencial para contagiar a mis familiares. Hay que tener conciencia porque nosotros como primera línea estamos expuestos a contagiarnos, al estar en un medio que es común, un diario vivir con pacientes Covid, no se pueden bajar las medidas de bioseguridad, lavado de manos, los uniformes y elementos, desinfectarlos cuando se sale de la clínica y cuando se llega a casa… es el mismo temor de poder contagiar a mi familia”.

Puntualiza que la parte emocional ha golpeado por igual a todos y en el caso de los médicos muchos de sus compañeros de sala Covid renunciaron, porque sentían que el virus había llegado a unos límites inimaginables, lo cual los estaba afectando psicológicamente.

Ella sabe que la ciudad y el país atraviesa uno de los momentos más críticos de lo que va de la pandemia, y por eso envía un mensaje a la ciudadanía en general a reforzar todas las medidas de bioseguridad, a no bajar la guardia porque los contagios y muertes continúan y a todo esto se suma la poca disponibilidad de camas UCI y la falta de insumos.

“¡Hey, valórate!, -dice a manera de recomendación-, ya vendrán los momentos para salir, no te expongas. el encierro es horrible pero no hay palabras para describir lo que es enfrentarse a la muerte de esta forma tan agresiva, tan masiva, tan inhumana como lo ha hecho el coronavirus. Pasará el tiempo y nunca nadie podrá decir que esto no lo afectó física o mentalmente”.

#GraciasXCuidarnos

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