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El CTI aquí… ¡Viva el CTI!

Por: Freddy Machado.

Se alinearon los Astros
-El astrólogo-

El CTI -la Policía Judicial de la Fiscalía-, nace con la Constitución de 1991, y tiene como antecedente directo el antiguo Cuerpo Técnico de Policía Judicial, entidad adscrita en su época a Instrucción Criminal.

El CTI tiene bandera, escudo, historia, uniforme, sede y son muchos sus logros. También son muchos sus mártires, compañeros que perdieron sus vidas en cumplimiento de sus deberes tal como se registra en los anales de una institución que siempre ha sido Grande.

El CTI es un cuerpo de Policía Judicial del que hacen parte hombres fundamentados, con escuela, excelente oficio y suficientes conocimientos. Es una policía judicial al servicio de la investigación criminal. Es más: el día a día, pone a prueba a sus servidores y sus competencias se fortalecen.

Sin embargo, las malas prácticas en su interior y una mano poderosa -oculta-, han puesto en “jaque” a la entidad, su dinámica se ha alterado y su autonomía se desdibuja. El CTI viene perdiendo protagonismo y hasta capacidad de respuesta en las labores judiciales.

En cuanto al primer aspecto, la pérdida de dinámica de la entidad, existe consenso en que el CTI estaba conformado en sus inicios, por un selecto grupo de profesionales de distintas disciplinas, los que aportaban sus conocimientos en función del cumplimiento de la misión constitucional de la Fiscalía: investigar y acusar, hechos penalmente relevantes. La suerte cambió, pues hoy, el CTI aparece transformado en un colectivo sometido al cumplimiento de metas y estadísticas. Se nombran Coordinadores y Jefes de Grupos, más por amiguismos, que por reunir los mejores perfiles para administrar recursos y liderar servidores. Es más: con frecuencia se presentan choques entre superiores y subordinados, por tener visiones distintas de cómo se hace policía judicial, en parte por las limitaciones de algunos jefes y por la mejor preparación de los “subordinados”.

En efecto, los mejores hombres, sin pena ni gloria, después de laborar por más 20 años y con el mejor sentido de pertenencia, se están jubilando sin dejar escuela y sin que se les aprovechen sus calidades. Es triste retirarse de la entidad ejerciendo el mismo cargo con el que se ingresó, sin que haya mediado promoción y sin la posibilidad de retroalimentar a las nuevas generaciones de servidores.

En los edificios judiciales, se escucha la queja amarga y reiterada, en cuanto a que el cargo de investigador experto, pareciera que estuviera reservado para las personas recién contratadas (no hay promoción y muchos de los “nuevos” llegan en paracaídas). Estas equivocadas políticas laborales, desestimula a los más veteranos. Incluso, profesionales bien formados, con cargos de “técnicos” en atención a una nominación, producto de tantas malas reestructuraciones, les cierran las puertas para ser tenidos en cuenta como “profesionales expertos”, con el simple pretexto de que no son profesionales sino simples “técnicos”.

Vaya qué excusa y qué pretexto…

Desde el intento por fundar una universidad en la Fiscalía, no hay voluntad por crear una verdadera Escuela de Policía Judicial. En la actualidad, el DAE no cuenta con la infraestructura necesaria para realizar cursos de formación a peritos en las diferentes especialidades, como lo hacía la Escuela de Investigación Criminal y Criminalística de Instrucción Criminal. El DAE es un ente muy centralizado, que se dedica a realizar simples actualizaciones y capacitaciones cortas.

Y, los cursos en el exterior para los técnicos criminalísticos, ya no abundan

La “leyenda” de la Universidad de la Fiscalía se esconde en la noche de los tiempos y existe un silencio elocuente sobre las razones de su muerte prematura o extinción. Lo malo de tan triste historia, es que nos quedamos sin saber qué pasó con tan importante presupuesto y con la joya de la reestructuración de Montealegre.

En cuanto a cómo se le “cortan las alas” a una entidad y por qué está amenazada su autonomía, hemos indagado y se nos ha dicho lo siguiente.

La policía nacional ha venido incidiendo en la Fiscalía, tal como lo hace en la Aduana, el Inpec, el Tránsito y otras instituciones. Pues bien, el cargo de Director del CTI en algunas oportunidades ha sido ocupado por ex-policías, descuidando que la Fiscalía General de la Nación cuenta con personas muy competentes para asumir tal responsabilidad.

Luego, con la llegada de Ex Policías al cargo de Directores del CTI, se ha incrementado la vinculación de más personal jubilado proveniente de esa institución (puerta giratoria)y se han consolidado ciertos convenios. Es bueno señalar que la filosofía de la policía es muy distinta a la de un policía judicial. El policía en esencia, siempre será policía, respeta sus jerarquías y es rama ejecutiva. La Policía cumple labores preventivas y de seguridad, mientras que los policías judiciales son 100% analistas, peritos e investigadores, que desarrollan acciones atendiendo protocolos y bajo la orientación de un Fiscal.

El servidor proveniente de la policía, está condicionado por cierta disponibilidad para con sus superiores y siempre debe rendir cuentas a sus mandos. Los policías judiciales adscritos al CTI se deben en exclusiva al Fiscal al que están adscritos, y adelantan su labor con sentido de pertenencia para con su entidad.

Estamos negando la oportunidad a muchos jóvenes graduados en academias de criminalística y de investigadores que también merecen una oportunidad laboral, y que pueden ser adiestrados por servidores experimentados para que conozcan y desarrollen la filosofía y la mística del CTI.

Es bueno dejar en claro que el policía judicial experto en un disciplina, cualquiera que sea su origen, jamás se le pueden imponer conceptos pues su verdadero compromiso es con la ciencia y con sus métodos de investigación. De hacerlo, su testimonio quedaría expuesto en los contrainterrogatorios y falta al juramento prestado ante las autoridades judiciales.

En la actualidad, sin una razón válida, la Fiscalía dejó de manejar la base de datos de antecedentes judiciales y entregó esa labor a la Policía Nacional. ¿Por qué? Lo mismo sucede con muchas de las estadísticas.

Insistimos, el CTI ha sido Grande y tiene importantes logros e historia. Nadie puede venir a enseñarnos ni a imponer criterios de cómo se debe manejar una Policía Judicial. El CTI se articula operativamente y actúa en contra de la delincuencia sin necesidad de recurrir a jefes externos.

Tampoco podemos seguir de espectadores mientras se nos cortan las alas. Por ello, es necesario entrar a revisar las actuales condiciones, fomentar la promoción de nuestros mejores hombres, apostarle y fortalecer su academia y en especial, tener la posibilidad de discutir estos temas en pos de obtener una mayor claridad sobre el presente y el futuro del CTI pues en juego esta su dignidad.

Para colmos, si se comparamos cómo han sido en la práctica la efectividad de los cambios de modelo de gerencia, se evidencia que en la actualidad, los Directores Seccionales del CTI, han terminado como asesores de los Directores de Fiscalía y son apenas unos jefes de sección con una buena remuneración y sin mayor poder.

Lo mismo sucede a nivel nacional pues al haber atomizado al CTI, el nuevo orden determinó la creación de diferentes policías judiciales, cada una con sus Jefes y sus propios intereses. Se presentan celos excesivos y la entidad se proyecta como un ente desarticulado.

En la administración de Martínez Neira se incurrió en el despropósito de trasladar a servidores del área administrativa (sin vocación de policía judicial) para hacer parte del CTI. Semejante equívoco bien puede corregirse pues los servidores del área administrativa, resultaron sorprendidos al obligarlos a dejar sus cargos, situados en oficinas, a prestar labores eminentemente operativas. Incluso, portando armas.

Urge volver a unificar el CTI y seguimos en Mora de que la entidad posicione a un Director Nacional, capaz de liderar las políticas de la Fiscalía General de la Nación y generar mejores resultados para bien del país. La delincuencia se frena con analistas e investigadores, prestos a consolidar mejores estrategias en ciudades y áreas rurales con el sello de calidad del CTI.

Finalmente, si el Dr. Barbosa quiere pasar a la historia, como tanto se ufana, su mejor oportunidad la tiene enderezando el rumbo del CTI. Los esfuerzos deben estar dirigidos a que la entidad vuelva por sus fueros, que tenga una academia de primer nivel, que prime la promoción, que no comprometa su autonomía. Cierro diciendo que las críticas expuestas son producto de conversaciones y talleres realizados con importantes líderes del CTI, muy orgullosos de su misión y preocupados por la suerte de la entidad. No nos digamos mentiras, queda abierto un debate, amplio, democrático y sincero, donde en vez de excusas se propongan transformaciones en pro de blindar la mejor policía judicial de Colombia.