Por: Freddy Machado
El traslado al Putumayo de una Fiscal Seccional de Bogotá, la Dra Angelica Monsalve, tiene por objetivo, solicitar su renuncia. Este, como muchos otros traslados de Fiscales (incluso reubicación de Fiscalías), no es más que un despido indirecto.
La valentía de la Fiscal Monsalve en denunciar lo injusto del traslado y los excesos del Fiscal General de la Nación, generaron una alerta y rebosaron la copa del malestar de los servidores de la justicia. Descalificar a Barbosa no es exagerado pero sí debemos hacer claridad en cuanto a que, esta mala práctica nació desde la fundación de la Fiscalía, entre otras razones, porque la “ficha clave”, no nació con Barbosa.
Una vez puesta en evidencia las andanzas del Fiscal Barbosa y semejante “jugadita”, tal como lo denunció la prensa nacional, corrió -raudo- a decir “barbosadas”, justificando lo injustificable. ¡Qué tal! Dizque no es cierto que se trata de un traslado sanción pues supuestamente se necesita una Fiscal de primera línea en los territorios.
Sin embargo, los servidores de la Fiscalía y quienes hemos estado vinculados con el ente acusador -ente acosador-, no nos tragamos ese “cuento” pues como ya se dijo, esa es una práctica “ancestral”, por usar una palabra de moda.
La Corte Constitucional y el Consejo de Estado, en sus fallos, tienen la boca “rajada” de tanto recomendar al Fiscal General de la Nación de turno, el deber de motivar los actos administrativos de traslado y reubicación de Fiscales y Fiscalías.
El argumento de que los traslados obedecen a necesidades del servicio, sin mayores explicaciones, es una falacia, condimentada con la fórmula de que la planta de personal de la Fiscalía es “nacional, global y flexible”. El sindicato de Asonal Judicial también tiene la boca “rajada” de exigir, por respeto a la majestad de la justicia, que se reglamenten los “traslados” y que se ponga fin a una discrecionalidad tan amplía en esa materia.
Los traslados y reubicaciones, no solo castigan al destinatario del acto administrativo sino que envía un duro mensaje a sus pares pues los llena de miedos y de esa forma se les restringe su autonomía e independencia.
Parodiando al Dios Crono, el Dios Barbosa, con tantos traslados injustos, se traga a sus hijos y descuaderna la institucionalidad.
La solución no está en exigir la renuncia de Barbosa pues de eso debe encargarse la Corte Suprema de Justicia (su nominador), con ocasión a tanto desprestigio. Lo que urgen son reformas estructurales que cierren la posibilidad de permitir la instrumentalización de la justicia.
En tiempos de elecciones presidenciales y cuando soplan vientos de cambios, los candidatos deben estructurar una visión integral de justicia como valor superior. Muchos ciudadanos indecisos seguramente optarán por acompañar al aspirante presidencial más coherente y que le apueste una justicia sólida e independiente.
Los hombres pasan y las instituciones quedan… Barbosa pasará pero para poder recuperar el prestigio de la Fiscalía se necesitarán importantes reformas y seguir apostándole a ese gran sentido de pertenencia de los servidores judiciales.
El mejor recurso de una entidad son sus servidores y un buen gerente, en vez de “tragarse” a los judiciales, debe promoverlos y garantizar los derechos de Carrera. En ese escenario la Fiscalía crece, mejora el servicio y se espantan los miedos.