El área de prevención y educación ciudadana del Departamento de Policía de Bolívar abrió puertas y tocó corazones para obsequiar una silla de rueda a un joven que quedó invalido tras recibir un impacto de bala perdida.
Bolívar. Cuando menos te lo esperas la vida te sorprende. A Elver Salinas lo sorprendió con tan solo 11 años, en una etapa de su vida donde la inocencia y la ilusión se respira a flor de piel. Jugaba junto a otros amigos en una calle del barrio Antímano, en su natal Caracas, Venezuela cuando fue impactado por una bala perdida.
Elver no sintió la detonación. Hubo llanto, confusión, gritos. Quedó en medio de una balacera originada por un enfrentamiento entre pandillas. El proyectil se alojó en su cuello y tras varios meses en la clínica sus piernas no respondieron.
Desde entonces creció y entró a su juventud entre rehabilitaciones, ingresos a hospitales y búsqueda de medicamentos. “En Venezuela estuve en rehabilitación cuatro meses. Allí me enseñaron a bañarme, vestirme y hasta cocinar”, recuerda.
Como todo joven, tenía muchos sueños. Cursaba segundo de bachillerato cuando tuvo que pausarlos para emprender un viaje a Colombia con su mamá. “Después del accidente todo se truncó. Tuve que luchar por él y dedicarme a su cuidado. Agradezco por su vida, gracias a Dios está vivo”, expresa Beatriz Salinas, madre del joven y su cuidadora permanente.
Juntos dejaron Venezuela y la crisis que se agudizaba en la capital venezolana y llegaron a Colombia. Su madre se trasladó hasta el corregimiento de Hato Viejo, jurisdicción del municipio de Calamar, en el departamento de Bolívar para instalar su hogar.
Durante su instancia, Elver sufrió otro accidente que comprometió su pierna izquierda y ante la gravedad de la herida fue trasladado a una clínica en Cartagena. “La pierna izquierda me la eché a perder. Duré cuatro meses hospitalizado porque tenía una bacteria crónica. Un mes y medio estuve internado en la Unidad de Cuidado Intensivo”, cuenta.
Hoy depende totalmente de su madre y de su hermano. Su movilidad reducida lo obliga a permanecer la mayor parte del tiempo entre el piso y una cama prestada por una vecina. Expresa que le hubiese gustado terminar sus estudios, pero reconoce que en Venezuela “no recibió ningún tipo de ayuda”.
Su madre, cabeza de hogar, la abandonó su esposo porque prefirió evadir las necesidades económicas que demandaba la situación de su hijo. “El papá me abandonó desde que el niño tuvo el accidente porque yo le pedía las cosas que él necesitaba, pero prefirió alejarse”, recuerda Beatriz.
En Hato Viejo comenzaron a llegar las primeras muestras de solidaridad por parte de vecinos y autoridades. La auxiliar de enfermería, Geraldine Cantillo, recuerda que conoció este caso hace cuatro meses y su historia de vida impactó su corazón.
“El caso del señor Elver lo conocimos aproximadamente hace cuatro meses. Cuando nos encontramos en el corregimiento de Hato Viejo y la secretaria de salud nos hizo un llamado para que llegáramos a su casa a hacerle una visita médica domiciliaria ya que se encontraba mal de salud y nos dimos cuenta el estado en que el joven se encontraba”, cuenta.
Cantillo asegura que lo más doloroso fue identificar las condiciones humildes en las que el joven y su familia se encontraban. “Me conmovió demasiado. Me sensibilicé mucho porque se encontraban en un lugar deprimente. Fue entonces cuando pedimos ayuda a la Estación de Policía en Calamar y ellos accedieron a colaborar”.
El Departamento de Policía de Bolívar puso en marcha el plan de solidaridad para ayudar al joven de 29 años que hoy sonríe en medio de las adversidades. Con el apoyo de la Fundación San Cristobalito de Guardia y otro grupo de ciudadanos altruistas, el área de prevención y educación ciudadana le llevó hasta una cama con su colchoneta, una silla de ruedas, ropa, zapatos, un ventilador y un mercado.
“Esta historia de esperanza, solidaridad y amor por el prójimo nació cuando conocimos la historia de Elver Salinas quien ha estado postrado en una cama desde que recibió el impacto de una bala perdida. El área de prevención y atención ciudadana tocó puertas y abrió corazones para realizar esta bonita iniciativa”, manifestó el subteniente Sergio Alejandro Fonseca Cuesta, Jefe de Prevención y Educación Ciudadana del Departamento Policía de Bolívar.
“Esto fue una bendición de Dios. Son cosas que uno tiene que agradecer en la vida. Recuerdo que muchas personas me decían que no creyera, que no me dejara tomar fotos porque me iban a utilizar, pero me han sorprendido. Gracias a la Policía de Bolívar por estar pendientes de mí. Yo dormía muy incómodo. La cama era muy incómoda”, describe el joven con alegría.
Por su parte, su madre Beatriz con lágrimas en los ojos también agradece los gestos de solidaridad de la comunidad y de la Policía. “Le agradezco a la Policía por todo lo que hizo por mi hijo. Como soy madre soltera me ha tocado muy duro pero mi hijo es una fuerza. Él dormía en el piso y ahora va a dormir en su cama gracias a la ayuda que ha recibido”.
Pese a que hoy debe permanecer con una bolsa de colostomía, producto de problemas de la parte inferior del intestino grueso, Elver sonríe y ve la vida con ojos de esperanza y fortaleza.