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Gio vuelve al barrio…

Por. Freddy Machado

La calle Betsarabia del barrio Torices era toda una f‪iest‬a la mañana del jueves 22 de diciembre de 2022‪. José Quessep se había comprometido llevar hasta Torices su programa “Sopa & Seco” y, como invitado especial, nada más y nada menos, estaría un sensacional jugador de beisbol de grandes ligas: el Gran Geovanny Urshela. Los vecinos festejaron y estaban a la expectativa. Ese día, desde temprano, ‬sacaron sus mecedoras a las terrazas y desempolvaron sus recuerdos. Urshela es un hijo de Torices, es su héroe y un ejemplo para los del barrio. El programa de José Quessep es un evento que se ha posicionado en Cartagena y en donde un circulo de amigos se turnan todo el año para hacer sus aportes y demostrar que la solidaridad sigue vigente como forma superior de la hermandad. Quessep lidera la actividad que permite la integración de la comunidad, se comparten alimentos, se visibiliza la problemática del sector y se resalta a sus personajes.

Urshela había crecido en esa misma barriada. De niño, Gio deambulaba con mucha soltura por las calles de Torices hasta llegar a la loma de Nariño. Este ultimo barrio -Nariño-, colinda con la calle Betsarabia y es una comunidad muy reconocida porque a mediados del siglo pasado echaron raíces muchos palenqueros que se vinieron de San Basilio a laborar en Cartagena y en esa loma también creció y se hizo a pulso el cantante Joe Arroyo.

Unos dias antes del Sopa & Seco, Geovanny Urshela le dijo a Quessep que quería volver a su barrio y degustar con su gente, una de esas Sopas con “meke” y al tiempo, escuchar las notas de esa champeta criolla que es de su entero gusto. Gio recordó a Quessep que la canción “Paola” -la mujer que se cree la última Coca-Cola- le permitía conectarse con esos días en que él estudiaba la secundaria en Comfenalco en Zaragocilla y cuando soñaba con jugar beisbol en USA. Lo cierto es que el programa de Sopa & Seco de José Quessep integra a las comunidades y fomenta la cultura de la cartageneidad.

 

Y, Quessep asumió su misión y trajo las carpas y las vallas, así como las ollas, los calderos y las provisiones para el Sopa & Seco que esta vez tendría dos puntos de concentración pues se previó que un fogón estaría frente a la casa de la familia De La Hoz Pacheco en donde el pretil alto serviría de tarima y el otro, en la esquina de Los Caseres en Nariño. Una tambora con músicos infantiles -excelentes- estuvo acompañando el evento y sus cantos y sus ritmos ancestrales, revolvieron positivamente los espíritus de los presentes. El toque de humor estuvo a cargo del Mello (“por mi abuelita”) y la Policía de Infancia y Adolescencia pintó las caras de los menores y les permitieron a los muchachos jugar con sus acuarelas.

A eso de las 12:00 del día, Urshela llegó impecablemente vestido con una ropa deportiva. Se bajó de la camioneta muy seguro, con naturalidad y, una a una, visitó las casas de sus antiguos vecinos. El dialogo, después de los abrazos entrañables, se centró en evocar el pasado y preguntar por los ausentes. Los nuevos vecinos no se quedaron atrás, reparaban a Gio con admiración buscando los rastros de tantas anécdotas del beisbolista a su paso por el barrio contadas por los vecinos más antiguos. Muchos de sus amigos se jactaban orgullosos de ser contemporáneo del grandes ligas y de haber jugado por todos esos patios. Sin duda, Urshela es una leyenda en Cartagena y más en Torices donde sus éxitos se asumen como propios. A su paso, se escuchaba decir: volvió Urshela y sigue siendo el mismo muchacho humilde que cumplió su sueño y que sigue dejando su ejemplo a las nuevas generaciones. Otra reflexión era: sí es posible batear de jonrón en cualquier estadio sin importar las adversidades. A su vez, sentado en el pretil de los De la Hoz Pacheco, se me ocurrió que los pesimistas son esos hombres que las rectas los derrotan desde el primer turno al bate o que andan esperando que las cosas se les den fáciles como por arte de base por bola. Y esto me hace imaginar al difunto Napoleón Perea desde su trono en los bajos de las cabinas radiales del 11 de noviembre, donde transmitía los clásicos de Colpuertos vs Conastil, decir: “Y usted no se ponche, tomando siempre Kola Román”. Es que ser positivos 100% es una declaración de principios del hombre Caribe.

Los vecinos mayores estaban muy contentos pues con sus años y todas sus experiencias saben que la vanidad aleja a los hombres de sus raíces pero Urshela ha demostrado ser “firme”, como llaman los pelaos de ahora al hecho de tener “identidad”. Incluso, allá abajo, por donde Los Caseres, Urshela cargó a Yaneth, una enfermera que estaba feliz de ver a su ídolo paseando por las calles del barrio y que quería tomarse una foto en brazos del flamante tercera base. Un vecino envidioso expreso:

– Yaneth, cuidado hernias al grandes ligas…

Y Urshela estaba para complacer a todos sus vecinos. No se en que momento Gio se armó de un palote gigante -que le daba cierta autoridad gastronómica -y estuvo revolviendo las sopas- hasta conceptuar que las del fogón instalado en Nariño tenían más consistencia. Luego, para cuando se tomó la foto con mi hijo Juan Camilo, seguía portando el utensilio y así quedó documentado el momento. Mi hijo le pidió además que le firmara una bola de beisbol para llevársela a su abuelo que es hincha de los Yankees y que sigue añorando los tiempos del tercera base en los mulos de Manhattan. Sin duda, el abuelo se iba a poner contento presagiaba Juan Camilo. El abuelo Félix le había transmitido a su nieto el gusto por el beisbol. En momentos en que el sol más “apretaba” , apareció un niño uniformado de pelotero y solicitó que le tomaran una foto con Urshela. Era un niño con pinta de Abel Leal y les juro que se tomó la mejor foto del evento. El niño le brillaban los ojos y representaba al Urshela del futuro. No supe si el menor estaba vestido para la ocasión o venía de una práctica de béisbol infantil pero era evidente que esa foto era para enmarcar. Mientras tanto -cada quien estaba en lo suyo-, los otros niños corrían con sus platos y ollas de un lado para otro, a la espera que Quessep hiciera el anuncio de dónde debían hacerse la fila para recibir los alimentos. El Mello “por mi abuelita” seguía contando cuentos con la gracia que lo caracteriza y debido a su popularidad, la muchachera también lo buscaba para tomarse fotos. Si Urshela le pidieron tomarse 100 fotos, el Mello se tomó la mitad.

En una pausa, con mucha discreción, Juan Camilo me dijo al oído: “papá, qué sencillo es Gio y qué paciencia tiene”.

Una vez los presentes degustaron del Sopa & Seco, Quessep empezó a recoger sus implementos y con la potencia de su voz multiplicada por el megáfono, aprovechó para dar los últimos agradecimientos a Urshela por su excelente disposición y felicitó al barrio por su ejemplar comportamiento.

A la salida, un hombre apodado El Brujo se presentó con un barrilete gigante y lo paseaba orgulloso con el mismo aguaje con que se paseó Baltazar con su jaula en Macondo -el de la prodigiosa tarde- El barrilete era un presente para Urshela y el grandes ligas estuvo a punto de dejarlo todo para dedicarse a la faena de elevar semejante pájaro gigante.

Gio seguía muy feliz pues no solo se reencontró con su calle, sus vecinos y sus amigos sino también con ese sol caliente que tanto extraña cuando está jugando en los estadios del Norte donde las gringos pagan entradas costosas para respaldar a sus equipos. Justo cuando nos despedíamos y nos disponíamos a dejar a Urshela con sus vecinos, llamó nuestra atención un hombre imperturbable que se desplazaba muy ajeno a su entorno. Gio lo identificó con sorpresa: es el mismo “Chanto”. Ese extraño personaje era un hombre de la calle en ejercicio del rebusque y un guerrero de la vida. Incluso, cuando Gio dejó Torices ya “el Chanto era el Chanto”.

La crónica llega a su final pero antes de dejar el barrio y a Urshela, hicimos una oración por nuestro deportista. ¡Dios bendiga a los hombres que vuelven a sus raíces como volvió Giovanni Urshela a su vecindario la mañana del pasado 22 de diciembre de 2022! Es que cuando uno crece en un barrio como Torices, aunque abandones el país, el barrio nunca sale de nuestra mente. Y eso lo tiene bien claro Gio. Es vejdá, es vejdá, es vejdá diría José Quessep.