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Hambre, inflación y cachos

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Además de las pugnacidades políticas y los escándalos por infidelidades de famosos, en la agenda mediática nacional se han abierto espacios otros dos temas: la confirmación por parte de organismos internacionales de que en Colombia se padece hambre, con riesgos de aumentar, y los altos índices de inflación en los dos primeros meses del año.

Aunque la atención de las mayorías parece centrarse en las cábalas de campañas y en los “cachos” que se entrecruzan entre el poder económico y la política, algunos dedican su atención a analizar la gravedad de lo que está ocurriendo en materia de seguridad alimentaria, o a denunciar que miles de colombianos sigan padeciendo la infamia de no poder llevar comida a casa.

La gran diferencia entre las noticias sobre política, cachos y hambre, es que los dos primeros temas generan pasiones y entretenimiento colectivo, y el tercero, salvo contadas excepciones, carece de interés preferencial en los medios masivos de comunicación y en el público. El fenómeno de la inflación es más complejo, porque lo comprenden pocos, pero lo padecemos todos, con mucha más crudeza quienes tienen pocos ingresos económicos; la mayoría de colombianos.

Aunque los entendidos hacen lo posible por explicar que la carestía de la canasta familiar está relacionada con el aumento del dólar, las dificultades de transporte internacional y en el suministro de materias primas por causa de la pandemia, el ciudadano del común no alcanza a comprender, por qué sin haber bloqueos de vías, o grandes catástrofes naturales, los precios de alimentos que se producen en el país también se han disparado de forma incontrolada, en algunos casos superando el 150%.

Ante ese panorama de desesperación en millones de hogares, resulta una afrenta seguir viendo y escuchando por televisión y radio el estribillo “¡es un millón, es un millón!”, con el que el gobierno celebra haber logrado ese tope como asignación del salario mínimo, si se tiene en cuenta que tal incremento se diluye con la mayor inflación por alimentos de los últimos tiempos.

Según el economista Camilo Rey, “pareciera que la inflación de alimentos ocurre por un freno en la oferta más que por un incremento en la demanda”, y advierte que el camino entre productor y comercializador, y los costos que generan, debemos recortarlo.

Colombia se encuentra entre los primeros 14 países del mundo que afrontan mayor inflación por alimentos, lo que impacta aún más sobre esos niveles de hambre denunciados a nivel internacional que el actual gobierno prefiere desmentir en vez de afrontar con propuestas de soluciones. Para guardar analogía con el panorama nacional, si desde la política no se asumen medidas fieles a los “amoríos” entre pobreza e inflación, el hambre se va a llevar a este país por los cachos.

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