La noche de ese lunes 25 de abril de 2022 estaba cayendo y el reloj del patrullero Navarro Bastidas, marcaba las 11:30 pm, todo estaba tranquilo en el pueblo. El Policía de 37 años de edad caminaba los alrededores de la Estación junto con su compañero Dylan cuando intempestivamente sonó un disparo y una bala se le incrustó en el pómulo izquierdo, cayó al piso, herido como pudo ubicó al tirador, accionó su arma de fuego para apoyar a su compañero y casi de inmediato otras dos balas lo alcanzaron una en la espalda y la otra en la rodilla.
Era un ataque sorpresa de cuatro hombres armados con pistolas que los dos uniformados estaban repeliendo. Navarro quedó tendido en el piso mientras el enemigo huía llevando consigo a un herido. Dylan quien salió ileso a su lado le gritaba resiste Navarro, resiste.
El Patrullero Jamer Navarro Bastidas quedó muy mal herido, fue auxiliado por sus compañeros que lo llevaron al hospital del pueblo donde a duras penas podían prestarle primeros auxilios y detener la hemorragia para que no entrará en shock.
Una ambulancia acuática partió a gran velocidad desde el municipio de Hatillo de Loba hacia Plato Magdalena donde al patrullero se le hizo una primera cirugía pero su estado de salud seguía siendo crítico y los médicos decidieron trasladarlo al hospital de Santa Marta donde estuvo varios días en UCI con un coma inducido. Un hongo le contaminó la sangre lo que hizo aún más crítico su estado de salud.
Por momentos la vida parecía escapársele pero su fortaleza, las cadenas de oración de sus compañeros policías adscritos al Departamento de Bolívar, la de todo un pueblo y la fe en Dios, lo mantenía luchando como todo un guerrero.
Cuenta que en su mente estaba fija la imagen de Dios que lo sostenía. “Yo dije Dios está conmigo, no me voy a morir”, narra desde una cama de hospital donde milagrosamente se recupera acompañado siempre de su familia y de su inseparable hermana Ludys quien desde que se enteró del hecho esa misma madrugada, no lo desampara ni de noche ni de día.
La noticia que habían herido a su hermano le cayó como un balde de agua fría, presintiendo lo peor. Como pudo empacó un poco de ropa, le encargo su pequeño hijo a una de sus hermanas y con los primeros rayos del sol abordó una lancha para llegar al Banco Magdalena. Lo que vio al llegar le partió el alma, era su hermano en una cama de hospital, luchando por ganarle la batalla a la muerte.
Ella se aferró a Dios, no había parado de orar desde que se enteró del suceso, el muchacho estaba siendo atendido ya le habían hecho la primera cirugía en el pómulo pero tenía una bala alojada en su columna y requería de una atención más especializada. Los médicos decidieron trasladarlo hasta Santa Marta por tierra, fueron seis largas horas de camino a bordo de una ambulancia que se abría camino para ganarle tiempo al tiempo. “Iba intubado y yo a su lado rogaba a Dios que le permitiera llegar con vida. Fueron momentos muy angustiantes la ruta por Valledupar se hacía interminable pero llegamos y de inmediato los médicos corrieron a atenderlo. Mi hermano se salvó gracias a Dios”.
A Jamer se le oye contento, esperando recuperarse del todo para volver a su Institución a esa que llegó hace 14 años y la cual le ha dado grandes satisfacciones. Ha sido condecorado en varias oportunidades y agradece toda la atención que han tenido con él y su familia en estos momentos tan difíciles.
El patrullero de extracción muy humilde es el último de nueve hermanos y el único que desde pequeño le llamó la atención ser Policía. Vive en Henequén un corregimiento del municipio de Magangué, Bolívar, donde lo esperan con los brazos abiertos para celebrar el milagro de estar vivo. “Dios existe y yo doy fe de ello”.