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Unidad para las Víctimas Bolívar y San Andrés reconoce el poder transformador de las víctimas de los Montes de María y su contribución a la construcción de paz_
En las mesas ubicadas en la plaza caliente donde los musicales aires cadenciosos del bullerengue reinan durante su festival, estaban las flores rojas del amor, las gallinas coloridas de tela, hechas para la cocina, y las calabazas gigantes recién quitadas a la tierra fértil de estos campos. Eran una muestra del arte y el cultivo de mujeres y hombres que viven en la María La Baja profunda, allá en los caseríos lejanos donde solo sus corazones saben lo que fue, y sigue siendo, aunque en menor medida, el azote de la guerra.
En esta plaza histórica de María La Baja, las mujeres artesanas mostraron con orgullo sus manos constructoras de alegrías, de sonrisas, de felicidad. Manos emprendedoras que cosechan esperanza y frutos para sobrevivir, manos que ansían la paz. Manos sabias y también voces sentidas, como la de Elsy Quintana, una sobreviviente del conflicto que silenció a la mañana agitada de este municipio de los Montes de María para clamar por “ni una lágrima más de parte de las mujeres de María La Baja”. Ni una sola lágrima más por cuenta de la violencia y sí muchas sonrisas por cuenta de la reconciliación y la convivencia en los territorios.
María La Baja fue escenario este martes, bajo un sol canicular, del inicio de los actos de la Semana de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del conflicto armado, que nada más en este territorio de los Montes de María convirtió en el 18% de su población en afectados por la confrontación y violencia generada por los grupos armados al margen de la ley.
La territorial de la Unidad para las Víctimas de Bolívar y San Andrés acompaña y apoya estas manifestaciones en que las víctimas hacen sus reflexiones sobre el camino emprendido y las acciones que lleven hacia la paz duradera. Y, a la vez, muestran su capacidad de resiliencia y lucha para crecer, para fortalecerse y surgir con la frente en alto.
“Queremos reconocer, en esta plaza, el poder transformador de las víctimas del conflicto armado, estas víctimas que nos han enseñado a resistir, a transformar y a seguir luchando por una vida digna”, dijo la directora territorial de la Unidad para las Víctimas Bolívar y San Andrés, Marta Salazar Morales.
Las mujeres en la plaza cantaron, las mujeres hablaron con voz fuerte y segura; las mujeres, que han sanado heridas que les dejó la guerra, demostraron cómo han podido transformar sus vidas; cómo se unieron para vender flores, primero por fuera de María La Baja para sobrevivir, y después adentro de su municipio, sin miedo, con valentía, demostrado con orgullo su arte y la pasión que le ponían a cada creación.
Durante los actos de conmemoración, las lideresas y los líderes de organizaciones integradas por sobrevivientes del conflicto estrecharon sus manos y ofrecieron sus corazones para construir más caminos de reconciliación. Reclamaron sus derechos y pusieron a la luz solar sus convicciones y su poder para seguir cambiando sus realidades. Pusieron puntos sobre las íes cuando se les cuestiona. Y respondieron con sus argumentos: “A quién le va a gustar ser una víctima del conflicto, a nadie”. Y dijeron que solo ellos conocen el horror de la violencia, que la enfrentaron construyendo espacios de esperanza.
La alcaldesa de María La Baja, Raquel Victoria Sierra Cassiani, recordó los episodios de la historia vivida en su territorio y dijo que no se pueden olvidar porque servirán para recordar que, cada día que pasa, se debe ser mejor al que pasó. “Nosotros todos debemos ser solidarios con las víctimas, con las personas que han sufrido. Esta plaza de María La Baja fue escenario de pánico, de llanto, pero hoy estamos vivos y con ganas de seguir adelante. Mientras tengamos respiración tenemos que salir adelante, luchando sin descansar y sin rendirnos”, agregó.