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Por: Freddy Machado
Cada vez que Cartagena es noticia -o tendencia en las redes sociales- es porque un operador de turismo “se le fue la mano”. Casos se han visto: el pargo rojo, el paseo en coche y hasta los precios de las habitaciones de los hoteles andan sin control.
Parece que ese eslogan de los años 60’s “turista satisfecho, trae más turista”, ya no aplica en este siglo. La idea -hoy por hoy-, es ensañarse con los visitantes nacionales o extranjeros sin importar el escándalo ni las consecuencias negativas del hecho de imponer precios excesivos.
Es increíble que con todo ese potencial que tiene Cartagena para consolidarse como un gran destino turístico, por causa del ánimo de lucro desbordado e irrazonable de unos pocos, se estigmatice a la ciudad.
Sin duda, esas acciones desmedidas, son irreversibles e implican un “salto al vacío”.
Recuerdo que hace muchos años, en un viaje a Nueva York, tenía la intención de alojarme en un hotel en Manhattan para evitar los costos de transporte y por lo mismo, acudí a una agencia de viajes. A la llegada a la gran manzana cuál sería mi sorpresa ya que el Hotel dispuesto, a pesar de que se llamaba “Mirando a Manhattan”, no estaba ubicado en ese condado (a lo lejos las luces).
Y, ante nuestro reclamo, me impresionó la seriedad y la rectitud del operador turístico, pues luego de revisar los audios en los que solicité el hotel, aceptaron el equívoco y para superar el impase se nos asignó un buen hotel en Manhattan.
En este caso, muy a pesar de la frecuencia de los abusos de los operadores turísticos en todas partes del mundo, la agencia mostró jerarquía y evitó una mala calificación.
En verdad, volviendo a Cartagena, en el sector del turismo es improcedente intentar poner en juego eso que llamamos “malicia indígena” made in Colombia. Esa dinámica, el abusar de los turistas en nombre de cierta “astucia”, debe descartarse por quienes se dedican a esa actividad pues tienen que saber que semejante postura resulta sencillamente incompatible. Eso va… como dice la champeta raizal…
Esas “vivezas” del operador turístico del restaurante, de los taxistas, de los lancheros, del carpero, de las que hacen las trenzas y hasta de las masajistas, es necesario reconsiderarlas pues poco a poco lo que consiguen es ahorcar a “la gallina de los huevos de oro”.
Los turistas no son tan ingenuos. Lo lógico es que al final de la jornada “saquen las cuentas” u opten por la posibilidad de preguntar a otros operadores más consecuentes y entonces es cuando nacen los resentimientos con ocasión de los abusos. Hasta ahora no se tiene noticia de turistas que ante una mala experiencia, hayan regresado o recomendado el mismo destino…
En Cartagena, ciudad histórica, en materia de turismo tenemos que recuperar la memoria pues el eslogan de los años 60”s que nos aseguraba que “turista satisfecho, trae más turistas”, cada vez está más firme y vigente.