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La ficha clave…

Por: Fredy Machado.

“Para el Fiscal General somos unas fichas o muebles, y nos mueven por puro capricho e intereses oscuros”
-Lamento de un reubicado-

En la Fiscalía se están propiciando renuncias en atención a las políticas laborales del nivel central. Lo hacen de una manera metódica y perversa. Los despidos se realizan con el pretexto de que se trata de una estrategia territorial y para ello, se echa mano de reubicaciones a sitios distantes y traslados recíprocos.

Sin duda, el actual Fiscal General de la Nación pasará a la historia como el Fiscal “DESARRAIGADOR”.

En efecto, con la puesta en marcha de la “estrategia”, muchos servidores judiciales se acuestan como Fiscales con sede en Bogotá y amanecen como Fiscales en Quibdó, Riohacha, Sincelejo, Arauca o Barranquilla. Los traslados no se consultan y no se tiene en cuenta las especiales circunstancias de cada servidor.

Desde luego que un traslado de esa naturaleza no solo impacta la unidad familiar sino también la economía doméstica. Lo peor, genera al interior de la entidad, una sensación de inseguridad, la que paradójicamente resulta opuesta al deber ser y a los fines de la autonomía e independencia judicial.

Y, la cúpula del ente persecutor no ha podido entender su desacierto porque conciben a la Fiscalía como una máquina de poder y no como una entidad con la misión de investigar y acusar los hechos penalmente relevantes.

Los servidores asumen que el trato que reciben de sus superiores es el de fichas o muebles que pueden moverse, sin considerar sus especiales circunstancias, su buen desempeño o sus aspiraciones.

Las motivaciones del acto administrativo de traslado no son coherentes y el protagonista de los mismos se jacta ante la prensa, en un intento por desacreditar a los Fiscales, que los cambios obedecen a que “no tienen carga laboral” y que se les paga una importante suma de dinero.

En la Fiscalía sabemos que eso no es cierto pues las estadísticas hablan y nos muestran cuánta carga tenían en realidad las personas trasladadas. Incluso, existen actas en las que se confirman el cumplimiento de las metas concertadas pactadas en su momento.

El guante de los traslados también tropezó a Asonal Judicial pues un destacado dirigente del Cauca se le trasladó sin importar la pandemia ni las fiestas de fin de año, desde Popayán a Quibdó. Me pregunto: ¿eso no es pedir la renuncia a un servidor arraigado en el Cauca y con más de 20 años de experiencia como Fiscal?

Es necesario pensar en grande y corregir esos desafueros. Por el momento, se nos ocurren dos cosas: una, que es urgente institucionalizar los concursos de mérito en la Fiscalía para que el Fiscal no tenga ese excesivo manejo burocrático y dos, recordarle al Fiscal General, que es necesario revisar el reciente fallo de la Corte Interamericana en el que se confirmó la necesidad de la inamovilidad de los servidores judiciales como garantía de su autonomía e independencia (fallo Martínez Esquivia VS Colombia).

Los desaciertos y equívocos de la actual administración, autorizan a las organizaciones sindicales a alzar la voz y a exigir un trato digno, por quien debe ser un humanista y una persona ponderada, en atención a la cantidad de títulos académicos que se ufana tener.

La acción del Fiscal General de la Nación y sus mejores energías, deberían estar dedicadas a los grandes procesos que adelanta la Fiscalía -sobre los que el país tiene puesta sus expectativas- y no en desarraigar a los suyos.

Por último, todos sabemos que para hacer presencia en las regiones se requiere ampliar la planta de personal. Lo contrario es proceder a la manera de Cantinflas, es decir, tapando un hueco, desarticulando la planta existente, para abrir otro hueco de mayor dimensión. Eso es impresentable, a menos que se quiera fracasar tanto en las capitales como en las regiones.