Por: José Consuegra
Está comprobado que la vacuna contra la viruela humana tiene una alta efectividad contra esta patología; sin embargo esta dejó de aplicarse masivamente a partir de la erradicación de la enfermedad. Ha trascendido que en países de Europa y en Estados Unidos se alista la liberación y adquisición de las vacunas para la aplicación al personal médico y a quienes entren en contacto directo con enfermos.
El mundo no se recupera aún de la covid-19 cuando ya las noticias de la propagación creciente de otra enfermedad mantienen en alerta a las autoridades sanitarias y generan inquietud y zozobra entre la población; como lo define la sabiduría popular, “éramos muchos y parió la abuela”.
Por ello —habiendo escrito este artículo sin conocer los resultados de la gesta electoral de este domingo en Colombia—, es definitivo que entre las prioridades inmediatas del nuevo presidente de la República debe estar, con total claridad y compromiso, tanto el manejo de la pandemia de covid-19 como del avance de la viruela símica o del mono con el reforzamiento de las acciones preventivas y el fortalecimiento del sistema asistencial para la atención y mitigación.
Si bien la viruela del mono se conoce desde 1970, cuando se reportó un primer caso en la República del Congo, había sido una patología endémica en África central y occidental, pero en las últimas semanas se han registrado 219 contagios en 20 países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, España, Portugal, Reino Unido, Pakistán e Israel. Entre las naciones endémicas, Nigeria registra un brote considerable desde 2017; el primer diagnosticado en Reino Unido regresó de ese país el 3 de mayo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que el contagio de la enfermedad implica contacto físico estrecho (piel, gotículas de saliva, vía sexual o por ropa contaminada de cama), es decir, que no es tan fácil su transmisión, por lo que se considera viable controlar su expansión.
Esta zoonosis viral se manifiesta con síntomas como fiebre, dolor de cabeza, erupciones cutáneas, dolor muscular, inflamación de ganglios linfáticos, escalofríos y agotamiento. Tales manifestaciones suelen presentarse entre 5 y 21 días, correspondientes al periodo de incubación. Aunque no es tan alto, sí existe riesgo de complicaciones médicas como neumonía, infecciones oculares e, incluso, la muerte. Los niños y las personas con inmunodeficiencias son propensos a contraerla y a agravarse.
Está comprobado que la vacuna contra la viruela humana tiene una alta efectividad contra esta patología; sin embargo esta dejó de aplicarse masivamente a partir de la erradicación de la enfermedad. Ha trascendido que en países de Europa y en Estados Unidos se alista la liberación y adquisición de las vacunas para la aplicación al personal médico y a quienes entren en contacto directo con enfermos.
En Colombia, los reportes del Ministerio de Salud indican que, aunque por el momento el riesgo es moderado, son necesarias las medidas de seguimiento y control para definir las acciones a seguir.
La dura experiencia vivida por la humanidad con la covid-19 debe servir para contrarrestar este brote de viruela en países no endémicos y evitar que termine transformado en pandemia. Por ello, es importante la ubicación y atención oportuna de los enfermos y, de ser necesario, el avance hacia la vacunación masiva de la población, en especial, de quienes estarían en mayor riesgo.