Por: Bernardo Romero Parra
En el libro ‘Acres de diamantes’, Russell Conwell cuenta que un hombre deseaba tanto encontrar diamantes que vendió su propiedad y se fue en vano a buscarlos a otra parte. El nuevo dueño de su casa descubrió que allí mismo, en la propiedad, se encontraba una rica mina de diamantes. Al enterarse del hallazgo, le vinieron a la mente la infinidad de veces en que los obreros le decían de las piedras brillantes que brotaban de la tierra eran valiosas y que nunca se dio por enterado.
En Cartagena, desde la época de la independencia, ¿no nos estará pasando igual? Ejemplo puede ser el gentilicio de Pedro Romero que, siendo cartagenero, como lo han comprobado historiadores como Sergio Paolo Solano, a nuestro entender tuvo que hacer creer que era cubano porque de lo contrario lo hubieran desaparecido de la faz de la Tierra y de la historia, debido a esa costumbre imperante en esta urbe de no reconocer nuestros propios valores.
¿Por qué aún en esta era de la humanidad seguimos buscando en otros lares lo que a la mano podemos hallar? ¿Por qué demeritamos las potencialidades y capacidades humanas y profesionales de los coterráneos, mientras ensalzamos a los foráneos sin conocer sus cualidades? ¿Por qué no reconocemos que Cartagena es una urbe multicolor, multicultural, producto de la fusión de razas y costumbres y que si hacemos una foto del rostro de la ciudad no puede aparecer un solo color, sino una amalgama de colores pasados por el sol?
Luego, esa mixtura de colores y saberes de nuestra gente debe estar reflejada en todos los espacios de la vida urbana, con la presencia protagónica de los nativos y los hijos adoptivos de esta tierra que, como capital del Bolívar grande, recibió en su seno las migraciones de las poblaciones de las provincias de la región Caribe. Por eso no comprendemos por qué en los muy importantes foros y actividades académicas que se realizan en la ciudad no tenemos representación local entre conferencistas y expositores que permitan dar a conocer los conocimientos e investigaciones científicas.
Nuestra propuesta es que si vamos a hacer un conversatorio sobre las microcuencas de la ciénaga de la Virgen, podemos traer expertos de Holanda por sus experticias en el trabajo con cuerpos de agua, pero que tengamos en cuenta a profesionales como Aniano Morales y Santiago Rizo, que tienen largos años de estudiar ese sistema hídrico. Si vamos a hablar de participación ciudadana y comunitaria, analicemos que en Cartagena hay piedras brillantes en el tema, antes de buscar diamantes por fuera.
