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¡Lo indefendible!

Por: Oscar Borja

Cada quien tiene lo que se merece, por acción o por omisión de sus actos; hay cosas que son muy fáciles de hacer siendo lo más fácil y sencillo criticar o no actuar y esperar que los otros hagan. La indiferencia, la ignorancia y la ausencia de compromiso con los temas democráticos facilitan el camino para que unos pocos hagan lo que consideren a su antojo con los recursos públicos, ante la mirada enceguecida de los órganos de control y ante la sociedad.

Quejarnos es fácil. Entregamos el poder a nuestros gobernantes por la manipulación y el populismo que predican durante las campañas políticas; de una forma clara y real escogemos a nuestros propios verdugos, en ocasiones a nuestros propios ladrones. Quien llega a un cargo de elección popular con una gran inversión llega a robar, a pagar favores políticos, a repartir el botín conformado por el presupuesto público y los recursos del estado. La mayoría de las veces la plata de los más necesitados, con lo que se podría mejorar la calidad de vida de muchos, termina en manos de pocos. Aumentando su patrimonio personal, sin justificación alguna, muchos funcionarios han pasado de pagar arriendo y vivir modestamente a la opulencia que en un tiempo les era inalcanzable. Anteriormente solo los traquetos podían adquirir mansiones y vehículos de lujo, hoy cuesta trabajo distinguir a simple vista  las casas de los mafiosos de la de los políticos.

Se ha vuelto práctica común entregar secretarias, contratos y nombrar en puestos a quien convenga, rompiendo con los fines esenciales del Estado. Es indefendible no aceptar que los mejores contratos y nombramientos en cargos de poder público no son una oportunidad para demostrar un servicio al país, a la sociedad; por lo contrario es una oportunidad a la que suelen llamar  “el cuarto de hora” utilizado para adquirir riquezas con los recursos públicos. Los méritos no existen, existen compromisos, pagos de favores de inversiones a quienes aportaron en campaña; son nombrados asesores que no cuentan con las capacidades para asumir el cargo para el que se les nombra casi siempre remunerados con el máximo de honorarios permitido o premiados con múltiples contratos; estas prácticas están siendo implementadas en todos los niveles de la administración pública, desde los municipios con pocos habitantes hasta los distritos capitales y la misma presidencia de la república. La corrupción se pasea por lo largo y ancho del país, los nombramientos por amiguismo, por pagar deudas, compromisos y favores son una realidad indefendible, una realidad cruda, descarada, impuesta y hasta aceptada.

Por más juramento de respetar la ley y la constitución que hagan nuestros gobernantes al momento de posesionarse en los cargos de elección popular, siempre va a prevalecer el interés individual de quien gobierna mientras la codicia y la ambición sean su principal propósito. Seremos un país sumergido en la pobreza, la miseria y la violencia, ¡mientras existan quienes se dediquen a defender lo indefendible!