¡Los amarillos reclaman¡

Por: Oscar Borja

Si bien es cierto que en el gremio de los taxistas como en la viña del señor hay de todo, ¿quién no se ha encontrado con alguna situación como las que describo al momento de tomar el servicio de un taxi?

¿Para dónde va?

¡Qué pena, no lo puedo llevar porque voy a entregar el turno!

¡Lo llevo, pero le cobro $$$**##$%&!

Entre otras cosas, al momento de tomar un taxi, en muchas ocasiones nos encontramos con el interior de un vehículo sucio, oliendo a loco sin bañar, o limpio y saturado de ambientador, tal vez con un aroma de mezcla entre mal olor y perfume. Ni hablar de los conductores que van hablando por celular, sin medir la velocidad, escuchando su música favorita a un alto volumen porque los parlantes que más suenan están ubicados en la parte trasera del vehículo, finalizado el tortuoso recorrido llega el momento de pagar, entonces aparece un  ¡ay!, qué pena, no tengo cambio para ese billete de veinte, es la primera carrera. Una vez pagado, o «Señor, quédese con gran parte del cambio», al intentar abrir la puerta, ¡esta no abre!

Mil y una historias se tejen al momento de tomar el servicio de un taxis.

Pero los taxistas tienen el derecho constitucional a la protesta y a defender la dignidad de su oficio, los intereses económicos y la pérdida de clientes debido a la operación de plataformas que ofrecen el servicio de transporte en carros particulares, con tarifas razonables sin negarse a destinos largos y que se pueden pagar por medios electrónicos.

A todos los queridos profesionales del volante que se dedican a manejar taxis, que se pongan las pilas para prestar un buen servicio, cobrar el precio justo, en lugar de estar organizando paros que bloquean y perjudican a la ciudad. Solo presten un buen servicio !