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Mari Mar, la niña que despidió su pierna y dio la bienvenida a lo más grande, la vida

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Tras sufrir una fractura cuando jugaba su deporte favorito, fútbol, en las radiografías descubrieron una masa que se le desarrolló y se le convirtió en tumor.

Son millones de situaciones por las que el ser humano pasa en su vida, algunas les deja experiencias, otras no tanto, o simplemente ignoramos que tenemos que aprender.

A algunas les toca ser fuertes por sus hijos, por miedo a que queden solos en este mundo sin su protección, y otras porque temen que se vayan sus hijos y queden sin el amor de ellos.

En las dos circunstancias el dolor es el mismo, pero cuando hay que desprenderse solo de una parte del cuerpo, quizás agradecemos al cielo, pero sí queda el resentimiento de despedir una extremidad, un órgano que, de seguro, será la única salida para quedarse con la vida y seguir disfrutando de este mundo tal y como Dios quiso que así fuera.

En el corregimiento de Granada- del municipio de Sincé, existe una niña de tan solo 10 años que nos enseña el poder de la resiliencia y el poder que tenemos las personas para superar todas aquellas adversidades, que nos imponga la vida. Una guerrera de carne y hueso que, sin importar la amputación de su pierna izquierda, ha logrado acomodar las cosas en su lugar, no hay espacio para la tristeza, ni el llanto ni el mal sentimiento de dejar a un lado esa personalidad tan arrolladora, por malos comentarios o señalamientos de personas imprudentes.

Su nombre tiene la fuerza del mar, Mari Mar, así le puso doña Mardionis Pineda, su madre, sin saber que unos años después, ese nombre iba a representar la fuerza de su hija, que debido a un tumor que se le desarrolló en su pierna izquierda luego de sufrir una fractura cuando jugaba fútbol, (su deporte favorito), le creciera una masa que se desarrolló tanto que definitivamente se le tuvo que amputar su pierna.

Pero eso fue a sus 9 años, y muy a pesar que solo un año después de lo ocurrido, ese es un tema superado por su madre y hermanos menores, quienes ven a su hermana mayor como su ejemplo a seguir y con la admiración en la que nos acostumbramos a ver a nuestros hermanos mayores.

Mari Mar ya entró a clases hace dos semanas, estudia en la Institución Educativa de Granadas en Magangué y cursa 5to grado. Iba al colegio con los únicos cuatro cuadernos que la acompañan y el lápiz negro para poder tomar apuntes. No tenía colores, ni demás útiles de esas extensas listas que piden en los colegios.

Pero hay quienes nunca son ajenos y ven con el “rabito del ojo”, como popularmente se dice, cuando alguien necesita de ellos; Y sí, el gestor comunitario de la estación de Policía de Magangué y una comerciante se pusieron la 10, y entre los dos aportaron para que Mari Mar asista al colegio con todos sus útiles, y aunque no lo crean, hasta zapatos le llevaron, y puede que solo utilice uno solo, pero es que con la Policía es todo o nada.

Esa vocación de servicio no es más que de sangre, de nacimiento, de empatía y Mari Mar fue una inspiración para ellos quienes señalaron que por momentos se quejan de algunas cosas, sin saber, que una niña de tan solo 10 años, les formateó el cerebro y les ayudó a valorar lo más mínimo que Dios coloca en nuestro camino.

A Mari Mar, gracias por quedarse con la vida, se perdería el mundo de una gran niña que a su corta edad y a las dificultades con las que se enfrenta, es un ejemplo de vida que de seguro sabe que, lo que pase de aquí en adelante, no es más grande que ella.

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