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Músicos se unen para exigir regalías por explotación digital

Un grupo de artistas pertenecientes a los diversos géneros musicales que se cultivan a lo largo y ancho de Colombia, decidieron reclamar a las empresas disqueras el pago de las regalías que generan sus obras musicales a través de plataformas digitales y redes
sociales.

El acordeonista, y tres veces rey de la Leyenda Vallenata, Alfredo Gutiérrez Vital, es uno
de los primeros que han salido a sentar su voz de protesta, basándose en Ley 23 de 1982 y Decisión Andina 351de 1993.

Las querellas de los intérpretes se fundamentan en que los contratos que ellos firmaron
con diferentes casas disqueras, hace 30 o 40 años, contemplaban el pago de porcentajes como regalías por las ventas de los trabajos discográficos.

En su momento, esos pagos llegaron a manos de intérpretes y compositores, pero, entrado el siglo XXI, cuando las redes sociales y las plataformas digitales vienen difundiendo música en todo el planeta, los artistas en cuestión no están percibiendo ningún reconocimiento económico de parte de las empresas fonográficas, que, mediante las nuevas tecnologías, siguen explotando sus obras y su material fotográfico.

Los contratos que suscribieron los intérpretes tienen una cláusula de pago de un porcentaje por ventas. Hoy, muchos de ellos están reclamando el pago de esas regalías a empresas como Codiscos, Fuentes, Sony Music (antes CBS), Sonolux, FM, Warner Music, etc., cuyos propietarios, al parecer, pretenden desconocer que esas cláusulas aún siguen vigentes, puesto que en esos contratos nunca se estipuló durante cuánto tiempo se daría el pago.

Simplemente se habló de porcentaje por ventas, y las ventas son de por vida.
Actualmente los usos de la música son mucho más fuertes comercialmente que hace varias décadas.

Anteriormente, un long play tenía sólo dos usos: la difusión pública y la producción que
generaba el mismo acetato. Hoy, esos usos son más extensos, ya que la comunicación
pública abrió otras brechas, caminos o posibilidades, como son los videos y las plataformas de audio. Entre esas están youtube, Instagram, Facebook, Tik tok, mientras que las plataformas de audio pasan de cien, teniendo como principales Amazon y Spotify.

Lo anterior implica que los contratos que firmaron los artistas en tiempos pasados deben trasladarse a los usos actuales.

Lo otro es que necesitan una revisión, porque la ley establece que los contratos quedan
circunscritos a los usos existentes al momento de la firma. Eso significa que los contratos que se firmaron antes de 2008 no incluyen los usos digitales. Entonces, ahora los intérpretes, con mucha razón, están reclamando que les paguen sus regalías, pero los disqueros se han quedado ellos solos con el negocio. Adicionalmente, tienen un agravante que consiste en que, aparte de que no pagan, siguen usando los nombres de los artistas, sus marcas y sus imágenes.

Al respecto, algunos disqueros aducen haber hecho esos contratos de un solo pago. Pero, si se verifica en los contratos de los artistas, puede hallarse que se estipuló un pago por ventas.

Antes, las producciones tenían entre doce y catorce canciones, lo cual hoy, en cuanto a las descargas y todo lo digital, debe trasladarse ya no en conjunto sino de manera proporcional a las descargas; es decir, de manera individual.

En estos momentos, varios de los artistas que se sienten afectados tienen adelantadas sus demandas y, en algunos casos, se están esperando audiencias de conciliación.
Sin embargo, algunos reconocen que, en parte, los mismos artistas tienen culpa de que no se les hayan pagado esas regalías, porque cuando estaban en su cuarto de hora ganaban mucho dinero en las presentaciones. Pero en cuanto se declaró la pandemia, que no podían salir a hacer conciertos, fue cuando se percataron de todo el dinero que estaban generando las redes sociales y las plataformas digitales. Hay canciones que tienen millones de reproducciones en todo el planeta, lo cual, traducido a dinero, es una cantidad monstruosa.

Los contratos, en su momento, fueron hechos conforme a la ley, cosa que implica que las disqueras no pueden negarse a cumplir unas obligaciones, mientras siguen explotando el material de los artistas, sin reconocerles lo que legalmente les pertenece.
Por eso mismo, los artistas insisten en que los contratos deben renegociarse, para que
incluyan los usos tecnológicos que van apareciendo en los nuevos tiempos.
Cordialmente,

ALFREDO DE JESUS GUTIERREZ VITAL

Foto cortesía.