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Cuando la Navidad genera imposiciones que discrepan mucho de las condiciones o deseos personales, puede convertirse en una experiencia difícil.
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El Dr. Joaquín Mateu Mollá, director de la Maestría Oficial en Gerontología y Atención Centrada en la Persona de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a Planeta Formación y Universidades, analiza por qué la soledad es mal vista en Navidad y Año Nuevo.
La nostalgia y la soledad son sentimientos que suelen acentuarse más en Navidad y Año Nuevo. Son fechas que nos han vendido como un momento que debe compartirse en familia y con amigos. No obstante, esto puede repercutir en aquellas personas que han de pasar las fiestas sin compañía.
Aunque se trate de una tradición, para nadie es un secreto que en Navidad experimentamos un bombardeo publicitario donde vemos familias en situaciones casi idílicas de extrema felicidad, reafirmando una idea no tan realista de las fiestas navideñas. Así lo explica Joaquín Mateu Mollá, director de la Maestría Oficial en Gerontología y Atención Centrada en la Persona de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a Planeta Formación y Universidades.
«En Navidad se inflama la norma social de que debemos rodearnos de personas, sin importar demasiado si nos apetece o no hacerlo, y la sociedad puede percibir con cierta desconfianza a quienes se aventuran a cuestionar los imperativos de este tipo, impuestos a través de un sofisticado entramado publicitario», explica el experto. «Lo cierto es que el tiempo y la forma en que nos relacionamos con los demás siempre ha de ser una elección personal».
Pasar Navidad en soledad por decisión o en contra de su voluntad
Aquellos que deciden pasar estas fechas decembrinas sin compañía es porque, posiblemente, disfrutan del tiempo consigo mismos, y puede ser una oportunidad gratificante. Según detalla el experto de VIU, esta soledad «es un distanciamiento muchas veces necesario que permite reflexionar y replantearse el futuro; es una oportunidad para el autodesarrollo, el descanso de la algarabía cotidiana y la planificación de propósitos personales. Estos son los aspectos positivos de una Navidad sin compañía».
Por otro lado, están aquellas personas que aunque quisieran estar acompañados en Navidad, no pueden y deben atravesar una soledad no deseada, lo que es profundamente dañino para la salud mental, pues se detonan percepciones de marginación, aislamiento, frustración y tristeza.
Para estas personas, recordar el pasado puede sumirlos en la nostalgia, especialmente cuando se recuerda a seres queridos que ya no están y con quienes solían compartir estas fechas especiales. Según lo explica el experto, el duelo adquiere matices relevantes y difíciles para quienes aún lidian con él y deberán enfrentarlo a solas un año más.
«Para estos casos, disponer de la calidez de otro ser humano puede ser un verdadero alivio para su pesada carga emocional», explica el experto. «Las familias deberían ser muy sensibles a este asunto y cuidar con sensibilidad de quienes transitan por esta delicada vulnerabilidad existencial».
El mensaje publicitario detrás de la unión familiar en Navidad
Las compras en las temporadas altas como la Navidad se ven beneficiadas por la impulsividad y el estado de ánimo. Se ha demostrado que cuando alguien está alegre es más propenso a gastar dinero en comparación a quien atraviesa por sentimientos como la tristeza o el miedo. De ahí que el mercado sepa estimular la idea de estar feliz y en compañía, además de reforzar la idea de comprar y obsequiar como un ejercicio de ser buenos con los demás.
Hay, entonces, un objetivo netamente económico al incentivar el tono afectivo necesario para activar la insaciable rueda del consumismo. Joaquín Mateu afirma que «se trata de un fenómeno bien conocido en publicidad y que se explota durante la Navidad, dejando tras de sí ese énfasis artificioso en reuniones sociales que podrían desplegarse perfectamente en otros momentos del año».
Ante una imposición tan fuerte de un mensaje que puede generar el efecto contrario en aquellas personas que no desean o no pueden pasar Navidad en familia, es importante respetar y ser conscientes de que no hay una sola manera de disfrutar la Navidad.
Mientras para algunos es una época disfrutable, otros la viven como algo desagradable, sea porque deberán estar solos o porque se verán forzados a reunirse y compartir con personas a las que no aprecian genuinamente y se ven sometidos a fingir alegría, algo que genera mucho más peso emocional que puede ser insostenible.
«En estos casos, los mensajes publicitarios pueden resultar especialmente dolorosos, dado que nutren la idea de cómo habría de ser una Navidad perfecta y sobredimensionan la distancia respecto a la que ha correspondido vivir», indica el Dr. Joaquín Mateu.