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Por: Oscar Borja
La Sicae o sicara, era una pequeña daga que se podía ocultar en la ropa o vestimentas con facilidad sin ser percibida, esa estrategia era utilizada por los asesinos a sueldo de la época, en obediencia a los determinadores del homicidio tomaban las vidas de quienes eran sentenciados a morir por el motivo que fuera, el asesinato se cometía a cambio de una retribución. De esta práctica de asesinar con la daga (sicara) deriva su nombre el “sicario” o asesino a sueldo.
Algunas cosas no han cambiado, los asesinatos selectivos, no son una creación de nuestro tiempo, han estado presentes en la historia de la humanidad desde el tiempo de los romanos y mucho antes, en nuestro país se han cometido magnicidios (muerte violenta a personas muy importantes por su cargo) que tal vez han cambiado el curso de la historia, entre ellos el ministro Lara Bonilla, Luis Carlos Galán Sarmiento, Álvaro Gómez Hurtado, Carlos Pizarro León Gómez, entre otros, algunos en la impunidad pero en común perpetrados por asesinos asueldo.
En nuestras ciudades, el número de homicidios se incrementa a diario, las calles de se ven manchadas con la sangre de las víctimas, es común ver los portales de noticias los reportes de cada nuevo homicidio, pareciera ser que “el que la hace la paga”. Para ciertas personas o en ciertas actividades, no existen segundas oportunidades y pagar con la vida, una ofensa o una deuda, es tan real que el aumento de crímenes así lo demuestra.
Muchos tal vez la mayoría de estos asesinatos, quedan en la impunidad, se les atribuyen a ajustes de cuentas, entre bandas criminales, o a los malos pasos en los que andaba la víctima, a pesar de los controles para la venta y el porte de armas, las balas cobran vidas sin discriminación, como muchas cosas que ocurren en nuestro país sin explicación.
Talvez la incapacidad del estado en administrar justicia y/o la falta de autoridad, ha permitido un fortalecimiento de la delincuencia, haciendo que la justicia por mano propia o eliminar del camino a quien se convierta en un estorbo para cualquier actividad o fin, sea la solución más rápida. Mandar a matar no puede ser tan común en un estado social de derecho, el gobierno debe garantizar la vida de los ciudadanos y de esta manera cumplir con sus fines esenciales, el derecho a la vida es inviolable, no puede existir en Colombia la pena de muerte.
Mientras tanto la sociedad es la mas afectada, la tendencia a solucionar problemas con la muerte del adversario se pone al orden del día, ¿cuánto vale una vida? Nada, la verdad para muchos es más fácil solucionar un problema matando que denunciando, para otros ejercer como sicarios o asesinos a sueldo es una forma de ganarse la vida.