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Por: Germán Danilo Hernández
La literatura tiene la condición de abrir ventanas a múltiples realidades a través de las cuales el lector se asoma a fantasías imaginadas, a acontecimientos del pasado, el presente y del futuro; a las posibilidades de equiparar situaciones y contextos distantes con episodios de nuestro entorno cercano.
Todas esas posibilidades afloran con la lectura de la más reciente novela del célebre escritor cubano Leonardo Padura, una historia policíaca que entrecruza diferentes momentos históricos de su isla natal, que además de ser contada con exquisita pluma, contiene una inmensa carga filosófica y reflexiva de carácter universal.
La muerte de dos trabajadoras sexuales en la exótica Habana de 1910, y los asesinatos con mutilación genital, de dos hombres asociados a nefastas prácticas represoras en los años más temidos de la revolución, ocurridos en días previos a la histórica visita del presidente norteamericano Barak Obama a la capital cubana en 2016, son los hilos conductores de esta trama en la que el avezado personaje investigador, Mario Conde, desempeña papel protagónico.
Durante la inmersión en ese universo de realidad y ficción de 442 páginas, seleccionado como lectura de abril por los integrantes del Taller Tertulia y Libros, al que asisto con renovado entusiasmo, no pude evitar establecer conexiones con situaciones, episodios y actitudes características de nuestra realidad cotidiana:
Así por ejemplo la vida de Alberto Yarini, el mayor proxeneta de la entonces “Niza de América”, que de manera simultánea fungía como líder político con aires de mesías, la asocie con hechos recientes que daban cuenta de uno o varios honorables concejales, no identificados aún, que tendrían acciones en el mercado de placeres carnales; noticia que generó sorpresivos efectos políticos favorables a sus contrarios.
La desbordada oferta de sexo, juegos y drogas en la turísticamente apetecida Habana de principios del SXX se me reflejó en las escenas nocturnas actuales de la Plaza de Los Coches y de las calles del centro amurallado de Cartagena; inclusive el menosprecio de entonces por las mujeres dedicadas a la prostitución, que no permitían avances en el esclarecimiento de sus crímenes, me remitieron a las 4 mujeres asesinadas frente a la Torre del Reloj, episodio que inspiró una de mis novelas.
Pero las reflexiones de fondo que deja esta apasionante lectura están en la forma como verdugos y represores, con una vida íntima pervertida se muestran durante sus tránsitos en el poder como “personas decentes”, al tiempo que la decencia de otros pero “motivados más por el amor que por el odio”, pueden llegar a convertirlos en criminales. Esto sucede cuando las circunstancias conducen a extremos de realidades que solo ´pueden describirse con el crudo calificativo usado reiteradamente por Padura: “el imperio de la mierda”.