Por: Germán Danilo Hernández.
La definición básica de planeación refiere a “un proceso de toma de decisiones para alcanzar un futuro deseado, teniendo en cuenta la situación actual y los factores internos y externos que pueden influir en el logro de los objetivos”. Aplicado al concepto de lo público, tal proceso adquiere condiciones de obligatoriedad e implementación estratégica, pero en Colombia sobran evidencias para demostrar que planear es un verbo que aún los gobernantes no han aprendido a conjugar en todos los tiempos.
Los grandes males del país, de la región y de la ciudad están relacionados con ausencia de planeación para darle soluciones reales, probablemente por carecer de visión estratégica, por el desgastado argumento de la falta de recursos, o porque la estrategia sea precisamente la de no aplicar soluciones definitivas, dado que los paliativos generan mayores rentabilidades soterradas.
Así las cosas, los diferentes territorios se enfrentan periódicamente a grandes tragedias previsibles, en un ciclo interminable de desventuras esperando la aparición de algún visionario, o la simple prevalencia del sentido común, para que tales catástrofes no se repitan a futuro.
Aunque la falta de planeación se da en muchos frentes, en los últimos días la naturaleza nos enrostra con saña las consecuencias que ello ocasiona en materia de vidas humanas, infraestructura, e impactos económicos y sociales en pueblos y ciudades.
Las tímidas o nulas acciones para prepararnos frente a los efectos del cambio climático conducen a sus primeros estragos en Cartagena, mientras que el Plan Maestro de Drenajes Pluviales flota en la corriente de la desidia. En simultánea, San Andrés y providencia son un espejo apocalíptico de realidades esperadas.
Al mejor estilo de los malos estudiantes que no cumplen con sus tareas, los gobiernos suelen esgrimir excusas para no admitir sus falencias, y cada vez que acontece una desgracia se anuncian acciones de fondo y grandes inversiones, con la misma convicción con la que se ordenan investigaciones exhaustivas en reacción a estridentes crímenes de todo tipo, que se diluyen cuando éstos dejan de aparecer en titulares de prensa.
Es la “planeación mediática”, que pretende suplir la estratégica, con la cual los gobernantes y dirigentes de turno parecen librarse de responsabilidades y cargos de conciencia. Como “botón de muestra”, en la Heroica el plan de drenajes pluviales es una quimera, solo existe una iniciativa para avanzar en la intervención de 9 canales principales radicada ante el Ministerio de vivienda, luego que el concejo distrital la negara en 2019, pero el Gobierno nacional parece carecer de información sobre cuál debe ser la solución definitiva y en qué fase de planeación se encuentra.
Así las cosas, ni las graves lecciones que dejan los últimos estragos de la naturaleza, parecen generar la decisión de asumir con rigor la planeación, como tabla de salvación de futuro.