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Lo que en otrora era una manera pintoresca de venta informal por sus formas con tono de voz natural, hoy es una verdadera tortura, el transitar día a día de los vendedores informales o ambulantes, en los diferentes sectores de la zona centro y sur occidental de Cartagena.
Con la implementación de megáfonos para promocionar sus productos, los vendedores hacen mal uso y colocan altos decibeles, provocando una fuerte contaminación auditiva, que desespera a quiénes, en casa estudian, trabajan, y/o descansan después de una jornada laboral.
En medio de todas estas circunstancias, padres de familia o ciudadanos que les han pedido le den mejor manejo al volumen, terminan agredidos verbalmente con el argumento que ellos tienen derecho al trabajo.
Ante está situación los afectados que en cierta manera son potenciales clientes, se preguntan si acaso no hay en la ciudad un ente que regule y controle estas ventas informales. “Esperamos que no sea necesaria una querella, para que la autoridad competente ejerza los controles correspondientes.”