Saul Romero Medina, sueña que el legado de la Décima Espinela se preserve

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Por: Haroldo Guzmán Cuesta

Conocido como el “poeta de Arroyo Grande”, a sus casi 90 años aun conserva en sus recuerdos y con bastante lucidez sus inicios en el arte de la poesía, los festivales que le invitaban, sus recorridos y encuentros de decimeros a los que asistía a representar a su pueblo, pero mantiene el temor de que esta cultura y género poético se ha venido perdiendo con el pasar de los años y son poco visibles, dice que se hace necesario procesos de preservación de estas expresiones en riesgo de extinción.

Recuerda que sus inicios en la poesía, se dio gracias a que en la escuela de su pueblo Arroyo Grande – Bolivar, aun siendo un niño sobre los años de 1945, los maestros de la asignatura de Español, solicitaban como tarea hacer declamaciones para luego recitarlas en clases, ahí se dio cuenta la facilidad que tenía para hacer composiciones con rimas y métricas de manera natural y comprendió, que era un don que el altísimo le había dado y así decidió seguir explorándolo.

Dentro de su aprendizaje, se detuvo en la Décima Espinela que se recita o se canta en muchos pueblos de la costa Caribe colombiana y en algunas ciudades de Hispanoamérica. La décima, conocida con el epíteto de Espinela en honor a su creador el español Vicente Espinel en 1591, quien a través de su libro de “poesía diversas rimas”, aparece por primera vez la configuración métrica de diez versos con rima abba.accddc, cada versos octosílabos, pausa obligada después del verso cuarto y encabalgamiento obligado del quinto con el sexto verso.

La décima espinela tiene un arraigo especial en estos territorios afrodescendientes, por eso su practica en pueblos de Bolívar, Atlántico, Magdalena y zona de la sabana caribeña. Relata la historia que en siglo XV, Pedro de Heredia en su carta “relación al rey el conquistador”, nos narra que enviaron la carabela al Norte y llegó a Zamba, (hoy Galerazamba), a los que fueron les pareció que era mejor sitio para poblar, Heredia resolvió ir personalmente a Zamba y para ello se sirvió del indio Corinche quien lo condujo a Yurbaco, en cuyo camino fue atacado por los indios pero Heredia los venció en la primera batalla que tuvo, así las cosas muchos de los españoles que venían en estas embarcaciones se alojaron en estos territorios cercanos a Zamba, y muchas de las costumbres, tradiciones y cultura españolas,  le fueron transmitidas a las generaciones venideras en estas zonas, de ahí la práctica de la décima espinela.

El poeta de Arroyo Grande, conserva en su memoria una de sus primeras composiciones poéticas en la modalidad de Décima Espinela titulada “Amor y flores”, dice que era aún muy pequeño, que no superaba los 12 años de edad pero que lo recuerda como si fuera ayer. Asimismo relata que ha compuesto más de 500 poesías y que su gran mayoría aún las recuerda; a lo largo de su profesión ha sido invitado a diferentes festivales de decimeros y que en algunos sitios aún es recordado, incluso hasta en Caracas – Venezuela donde vivió muchos años y tuvo la oportunidad de cantarle hasta expresidentes de Colombia.

Menciona con bastante insistencia que cada vez escucha hablar menos de estos festivales, de su enseñanza o su práctica por los niños y jóvenes, teme que este legado se ha venido perdiendo con el pasar de los años, dice que se hace necesario diseñar procesos de preservación de estas expresiones en riesgo de extinción y espera que autoridades hagan algo de una cultura que se expandió después del Siglo XVI por los españoles sevillanos, cordobeses, gitanos y rondanos, en su mayoría expulsados por los reyes católicos que se asentaron en la región Caribe colombiana.

Algunas de sus décimas las pueden encontrar en la cuenta de tiktok “#saul romero medina elpoeta de arroyo grande”, y espera que con este aporte poder dejar un grano de arena que le sirva a las siguientes generaciones.

Amor y flores

“ Una tarde muy serena

Sali al campo de paseo

Ahí yo tuve un recreo

Mientras le hable a una morena

Le ofrecí una flor de azucena

A ver si la recibía

Pero ella no la cogía

Por conservar un temor

Y temiendo de mi amor

Muchas cosas me decía.

Mis ojos que la miraban

Con paciencia y alegría

Conocieron lo que había

En la reina que adoraban

Sus labios que se tornaban

Como pétalos de rosas

Como alas de mariposas

Que se abren sin volar

Sus ojos pude igualar

Como dos piedras preciosas”… continua

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