Desarticulada banda delincuencial que expendía estupefacientes
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6 mayo 2024
Por: Germán Danilo Hernández
Hace aproximadamente tres décadas fue creado en el sector de La Matuna, el “Callejón de los relojeros”, el cual alberga desde entonces a un significativo número de técnicos en relojería, quienes atienden al público desde sus respectivos módulos y vitrinas, que antes se encontraban dispersas en plazas y andenes en el Centro Histórico de Cartagena.
En ese callejón donde se han sincronizado y desahuciado miles de relojes, también han pasado y siguen pasando cosas que no tienen la misma precisión con que las pequeñas máquinas marcan el paso del tiempo.
No se sabe en qué momento los veteranos relojeros y las propias autoridades locales perdieron el control del callejón, en el que la oferta técnica fue alternada con situaciones socialmente no admitidas, que no es del caso detallar.
La intención de regular la ocupación del espacio público en la ciudad, motivó la llegada al callejón de personas cuyas actividades podían tener afinidades con la relojería, pero esta no era su experticia, lo que generó divisiones y confrontaciones que se fueron extendiendo hasta llegar al dominio de un sector, que al parecer se impone en la actualidad bajo presiones y amenazas.
Un grupo que se identifica como el gremio de relojeros, resume en los siguientes términos lo que ocurre en su callejón:
Existen aproximadamente 30 módulos o vitrinas, pero solamente 10 tienen certificado de «confianza legítima». Algunos propietarios con esa certificación no ejercen, sino que alquilan los locales, inclusive a pesar de haber recibido hace varios años una compensación económica para desalojarlos.
En el sector opera una organización, diferente a relojeros, que se apropió de algunos locales, recibe trabajos pero los reparten a verdaderos técnicos, quienes quedan obligados a compartir el fruto de su trabajo.
En cada esquina del callejón se ubican algunos “receptores” que abordan a los clientes, y son ellos los que direccionan quienes deben hacer arreglos, vender baterías o accesorios, y pagarles sus respectivos porcentajes.
En algunos módulos, irregularmente ocupados, se estarían cometiendo actividades delictivas como compraventa de relojes y celulares de alta gama previamente robados.
Los denunciantes mostraron copias de varias cartas enviadas en 2023 a la Gerencia de Espacio Público y Movilidad (GEPM) demandando su intervención, a las que no han encontrado respuestas, supuestamente por sobornos que reciben los inspectores que han llegado a conocer el caso.
Consultada sobre el asunto la GEPM admitió tener conocimiento de las denuncias, y anunció la ejecución de prontas acciones.
“La entidad ya ha adelantado mesas de trabajo con otras dependencias para definir líneas de acción e intervención del fenómeno. Igualmente, se solicitó apoyo al Plan Titán 24, con quienes iniciará la articulación con Policía Nacional, Fiscalía y dependencias distritales directamente involucradas en el esclarecimiento de los hechos denunciados. La GEPM también inició una investigación interna con el ánimo de verificar la veracidad de las acusaciones de sobornos”, informó a este columnista un vocero autorizado.
Así las cosas, habría comenzado el tic tac de la cuenta regresiva, para acabar con la desincronización y el caos en el Callejón de los Relojeros.