Por: Freddy Machado
A Yamil que me ha prometido dos arbustos…
El encuentro de jornadas en el Inem al mediodía era un caos total. No solo por ese sol nuestro que nos encandilaba y que calentaba el asfalto que hacía las veces de piso del colegio en la parte externa. El flujo y reflujo de alumnos era una liturgia diaria en la que unos luchaban por salir y otros corrían al sonido de los primeros timbres de la jornada de la tarde. En ese caos reinaban los vendedores de “raspao” y los de frutas de cosecha: mango biche con sal, cerezas, ciruelas, corozos y mamón.
Sin embargo, hoy echo de menos una fruta pequeña de color verde y muy nutritiva que siempre fue de mis preferidas: la guinda. Incluso, creo que por todos esos antiguos montes de los alrededores del Inem (por los que incursionábamos antes de que los urbanizaran), abundaban los arbustos de guindas silvestres.
¿Qué ha sido de la guinda?
Pues bien, desde hace días vengo preguntado infructuosamente por la suerte de la guinda pues mi memoria se resiste a dejar en el olvido ese sabor tan indescriptible y que la asocio con mis mejores días del bachillerato.
La guinda es un sabor esencial, puro y muy silvestre.
Es bueno que las autoridades ambientales y las asociaciones encargadas de garantizar la conservación de nuestra flora se interesen por rescatar no sólo a la guinda sino a otros arbustos frutales de la región que han desaparecido o que han venido siendo desplazados injustamente por especies foráneas.
Y no lo duden, pueden contar con mi apoyo y el de los lectores que se unan a esta cruzada. Lo ideal es que las nuevas generaciones experimente ese sabor distinto y no que se queden con las remembranzas de los abuelos sobre “una vez en estas tierras se cultivó la guinda…”
Esperemos que las autoridades ambientales no “guinden” esta propuesta en el cuarto del olvido y que podamos ubicar en qué regiones de la costa existen plantaciones de guinda. Nos corresponde subir a la guinda a la categoría de fruta exótica para que suban sus acciones en el mercado de frutas de la región y así pueda perdurar. Qué viva la guinda señores!!!
