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Memorias del chanchito…

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Por: Freddy Machado

“A veces pienso que Dios creando el hombre, sobreestimó un poco su habilidad”
-Óscar Wilde-

Todos los informes de inteligencia -y hasta la famosa fuente humana no identificada-, anunciaban que en esa vivienda del barrio 1o de Mayo, vivía alias El Chanchito. El personaje no tenía nada de artista pero la Fiscalía durante varios meses recopiló suficientes probanzas en su contra, las que le permitían formular cargos por el punible de concierto para delinquir y otros delitos contra el patrimonio económico.

Un domingo por la mañana la diligencia de Allanamiento y Registro se tomó varias manzanas de ese barrio popular y el bullicio fue total.

Los residentes de la vivienda y los habitantes del sector, se impactaron por tan aparatosa diligencia judicial. Sin duda, reinó la sorpresa e incluso, muchos vecinos eran espectadores somnolientos pues apenas regresaban de los festejos del sábado. Desde un primer momento la progenitora del sindicado, una mujer alta y robusta, descartó que a su hijo se le reconociera por tal apodo: El Chanchito.

Era una mujer muy porfiada. Mientras los policiales separaron al capturado de su familia, ella argumentaba en favor de su hijo, al que neutralizaron valiéndose de las esposas de dotación. La señora insistía en que se trataba de un equívoco y su voz crecía y se hacía tan convincente que por un momento puso a dudar al equipo del operativo. La mujer, ante la negativa policial, varió su discurso y empezó a descalificar a las autoridades.

La mujer los tildó de absurdas y cerradas.

Era tanta su vehemencia que varios de los investigadores empezaron a mirarse entre sí y estaban a punto de considerar que podía tratarse de una inconsistencia o un error de identidad. Sin embargo, el lema de esa policía judicial siempre era “positivo es positivo”, y la posibilidad de renunciar a la captura era la última opción prevista pues los superiores estaban atentos a las resultas del caso y por radio monitoreaban el operativo.

La luz y la sensatez llegó en momentos en que al capturado se le leían sus derechos y era conducido hasta la patrulla…

Medio barrio esperaba a las afueras del inmueble con mucha expectativa y las mujeres más ancianas, al ver a salir a su vecino cabizbajo e indignado, cuestionaron a los policías captores.

– ¿Por qué se llevan preso al Chanchito? El es bueno! – Era un lamento colectivo.

Ese positivo policial de comienzos de siglo, es recordado por sus protagonistas como uno de los procedimientos más inolvidables, especialmente en un país donde abundan tantos “falsos positivos”.

Tomado del libro El medio H tiene que morir…

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