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Por: Luis Eduardo Narváez Martínez X: @luisenarvaezm
Nuestra sensibilidad como seres humanos nos impulsa a proporcionar confort físico, emocional y espiritual para aliviar el sufrimiento cuando cuidamos a un ser querido. Este impulso ha estado presente a lo largo de la historia. Sin embargo, también es evidente que algunas personas, a pesar de recibir este apoyo, no logran avanzar a la etapa de recuperación y permanecen atrapadas en su conversación de dolor. ¿Qué sucede en estos casos? ¿Por qué algunas personas parecen incapaces de dejar atrás el sufrimiento y avanzar hacia la sanación cuando nada se los impide? Acá algunas anotaciones:
Beneficios secundarios: Algunas personas pueden obtener bienes indirectos de su enfermedad, como atención, compasión, o exenciones de ciertas responsabilidades, lo que puede hacer que inconscientemente no quieran mejorar.
Miedo: Sanar implica un cambio en la vida y la rutina de una persona, esto puede ser aterrador, especialmente si la enfermedad ha estado presente durante mucho tiempo y se ha convertido en parte de su identidad.
Desconfianza en el tratamiento: Algunas personas pueden no confiar en los médicos, los tratamientos o la medicina en general. Esta desconfianza puede estar basada en experiencias pasadas o en influencias culturales.
Depresión y desesperanza: La depresión y la desesperanza pueden hacer que una persona sienta que la recuperación es imposible o que no vale la pena, la falta de motivación y energía (Actitud) puede ser una barrera significativa para la recuperación.
¿Qué hacer si es el caso de tu familiar o conocido?
Ofrecer la misma atención y cariño cuando el paciente realiza actividades que promueven su salud, esto puede incluir elogiar sus esfuerzos por mejorar, celebrar pequeños logros en su recuperación, demostrar afecto y apoyo en momentos en que están participando en actividades saludables. Involucrarlos en la toma de decisiones sobre su tratamiento y proporcionar oportunidades para que se sientan útiles y valorados fuera del contexto de su enfermedad. En todo caso, siempre ceñirse a las recomendaciones del equipo interdisciplinario de salud y no dejar de reportar las novedades que escucha y observa de quien cuida.