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Sacerdote colombiano, «Ángel» de migrantes latinos

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Por: Germán Danilo Hernández 

España es uno de los 10 países que históricamente reciben la mayor parte de la población migrante en el mundo; sus regiones autonómicas que mayor concentración de extranjeros registran son Cataluña, Madrid y Valencia. Según cifras oficiales en 2024 el 33.6% del total la población  de Barcelona es de origen foráneo.

En concepto de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a pesar de la información errónea y la politización del tema, la migración es “una parte intrínseca de la historia humana, a menudo es opacada por narrativas sensacionalistas. Sin embargo, la realidad presenta diversos matices que los titulares a veces no pueden capturar. La mayor parte de la migración es regular, segura y enfocada regionalmente, directamente vinculada a las oportunidades y a los medios de subsistencia.

Y en esa premisa coinciden diferentes sectores de la comunidad catalana, que reconoce los positivos impactos de la población migrante en su desarrollo,  y por ello ha estimulado la vigencia de normas que ofrecen garantías de derechos a quienes por diferentes circunstancias y motivos se asientan en su territorio.

Ello no representa que Barcelona sea un “paraíso” para los migrantes y que todo el que llegue, encuentre las oportunidades de vida por las que ha soñado. Así lo han experimentado muchos de los 41.879 colombianos empadronados que actualmente residen  en esta  hermosa ciudad ubicada a orillas del Mar Mediterraneo.

Colombia es el  segundo país  que, después de  Italia,  aporta más migrantes a la “Ciudad global”, la cual alberga a ciudadanos de 182 nacionalidades, y por ello sus calles, plazas, ramblas, playas, escenarios deportivos o comercios, son vivas representaciones de la Torre de Babel, con un sinnúmero de idiomas entrecruzados.

A esta metrópolis fascinante llegó hace más de 20 años un joven nacido en Sahagún, Córdoba, quien tras terminar sus  estudios de bachillerato residió por varios años en  Cartagena, y  luego de  evaluar su realidad y proyecciones decidió buscar futuro en España.

Luis Fernando Acosta Romero, ingreso a la facultad de Humanidades de la Universidad Pontificia de Salamanca, pero influenciado por varios de sus compañeros de clases que eran seminaristas, interrumpió sus estudios iniciales y se propuso ingresar a la vida diocesana, motivado más por una vocación de servicio que  eminentemente religiosa.

Apoyado por un  amigo sacerdote que lo invitó a emular sus pasos, cursó los 7 años de formación en filosofía y teología de la Universidad Ramón Llull de la capital catalana, requisitos previos a su ordenación como sacerdote en 2013. Desde entonces ha desarrollado una intensa jornada de servicios que lo han hecho merecedor a reconocimiento colectivo, al respaldo y confianza de las jerarquías eclesiásticas, hasta el punto de ser hoy responsables de dos parroquias: Sant Ángel Custodio y Santa Dorotea, ubicadas en  Sants, uno de los más tradicionales y céntricos barrios de Barcelona.

Antes de asumir el control de  esas unidades parroquiales con templos de imponente presencia arquitectónica, el  “Cura Fer” o “Mousent Ferrán” (en catalán), o “Luifer”,  pasó por otros roles en la diócesis, incluyendo el de Capellán de hospitales donde diariamente ofrecía sosiego espiritual a quienes estaban a punto de dejar este mundo,  y lideraba acciones como las de albergar en su propia casa a ex convictos, que habiendo cumplido sus condenas  por diferentes delitos, carecían de oportunidades para reinsertarse a la sociedad.

Su condición de  hombre Caribe, abierto, espontáneo, expresivo y dicharachero,  que habla hasta con los ojos, le facilitaron la conexión con centenares de  fieles barceloneses, españoles  y migrantes  que asisten diariamente a sus oficios a escuchar sus prédicas y consejos en castellano y catalán.

Y fue precisamente esa conexión la que lo motivó a experimentar en diciembre de 2023 la realización por primera vez en la comunidad  de una  novena de navidad a la que se volcaron centenares de colombianos y latinos ávidos de integración en torno a una tradición lejana. Pero además de lograr su  objetivo, el cura sahagunense, conectó con una realidad que le inquietaba: las penurias y dificultades que afrontan muchos de sus connacionales y migrantes de otros países cuando llegan cargados con maletas de ilusiones que se van esfumando con los días.

Al estrés crónico que conlleva el desprendimiento de su territorio y de sus seres queridos, que se le conoce como el “síndrome de Ulises”,  muchos de los migrantes se  enfrentan a carencias económicas por la falta de empleo, o por promesas incumplidas, que pronto se reflejan en problemas de soledad, depresión, ansiedad y con el dilema de no poder regresar en condiciones dignas a su país.

Aprovechando su condición de “celebrity de barrio”, como lo llama uno de sus amigos cercanos, Mousent Ferrán comenzó a conectar personas que necesitaban servicios de diversa índole, con otras que estaban dispuestos a ofrecerlos, sin importar que fueran diferentes a su condición profesional o de oficios para los que estaban preparados, pero también a asistir directamente a quienes más lo necesitaban porque se quedaron, por ejemplo, sin vivienda, alimentación, o sin poder seguir estudiando.

Surgió entonces el Proyecto de Asistencia Integral a Migrantes y Refugiados – B Migrants-, que  cuenta con varios componentes: acogida, alimentación, soporte laboral, asesoramiento legal, soporte sicológico,  formación, acompañamiento e integración. Se trata de una red de solidaridad, que en menos de un año ha atendido ya a 800 familias.

Con el acompañamiento de prestigiosas entidades como Caritas, Obra Social de la Fundación Caixa, el Banco de Alimentos de Barcelona, y el Banco de Productos No Alimentarios LA NAU, B Migrants ofrece un cómodo  y acogedor albergue temporal a migrantes, mientras solucionan su situación laboral que les permita pagar un arriendo; por lo menos una vez al mes suministra de manera gratuita un mercado de alimentos a 120 familias, que les alcanza para 30 días; y dispone de un ropero permanente en el que se surten de prendas y abrigos quienes demuestran su necesidad, entre otras ayudas.

Pero como no se trata solamente de “recibir pescado, sino  de aprender a pescar”, los migrantes necesitados reciben orientación legal sobre sus derechos en el país, que les sirve como soporte para regularizar su situación y poder acceder a un empleo inicialmente “en negro” (informal),  y a tramitar su documentación, conforme a cada caso.

Uno de los pilares del proyecto es la formación continua a través de cursos y talleres de carácter ocupacional y no formal  en idiomas, especialmente inglés, catalán y español, que buscan apalancar su inserción en el mercado laboral, atención a adultos mayores, primeros auxilios, servicios domésticos, salud mental, música en piano y guitarra, y musicoterapia.

Un equipo de por lo menos 20 voluntarios participa rotativamente  en los procesos formativos y de acompañamiento, algunos de ellos migrantes beneficiados de los programas y actividades, que a manera de  compensación a las ayudas recibidas aportan sus conocimientos y experiencias, y otros son catalanes animados por su espíritu altruista y de solidaridad.

Cada caso de migrantes  es una historia de valentía y de superación; unos más dramáticos que otros, pero  en últimas son el reflejo de un fenómeno que se acrecienta en el mundo. B Migrants está abierta a recibir a personas de otras nacionalidades, pero la gran mayoría de quienes  le piden apoyo son latinoamericanos, entre ellos un alto porcentaje de colombianos, que el cura nacido en Sahagún se siente con el deber de proteger, aunque recomienda a quienes estén planeando emigrar a Europa que se abstengan de hacerlo, si no están bien asesorados, para evitarse sufrimientos.

Uno de los más recientes protegidos por el proyecto es Christian Álvarez, un joven de 26 años de edad, nacido en Girón Santander, quien buscando las oportunidades laborales que no encontró en Colombia como Administrador de empresas, se fue a Suiza donde residía un grupo de amigos, pero encontró tantas barreras y dificultades que solo dos meses después le tocó acudir a su plan B: España, donde la situación era más incierta.

Solo, sin dinero, sin techo y sin los apoyos que inicialmente le ofrecieron algunos allegados, tras su primer día y noche de deambular por Barcelona entre lagrimas de frustración, llegó a casa de la hermana de una de sus amigas colombianas en el barrio Sants, quien ante la imposibilidad de recibirlo por mucho tiempo lo puso en contacto con Mousent Ferrán, y este le dio un giro positivo a su situación. Tras recibirlo en su casa – refugio, y brindarle las atenciones básicas, lo orientó con su equipo para afrontar una nueva vida.

 “Luifer apoya a los colombianos brindando también un apalancamiento que necesitamos, pero aparte de eso nos ayuda a cambiar de conceptos frente a la realidad, para proyectarnos mejor al futuro; nos orienta sobre cómo ser mejor persona, a vestir bien, dar una buena imagen en presencia y comportamiento, lo que representa un plus a lo aprendido en la Universidad, porque son herramientas para la vida. Él es un Ángel que literalmente se convierte en salvación para muchos migrantes latinos”, afirma Chistian, quien ya labora “en negro”  acompañando a adultos mayores y aporta su trabajo logístico como voluntario a B Migrants.

El texto “nadie es más fuerte que una persona que no le teme a comenzar de nuevo”, en un banner sobre la imagen de una mujer migrante de espaldas, caminando con su equipaje en manos y espalda, abre la página web del proyecto https://www.bemigrantsproject.org/ , e  ilustra el propósito del sacerdote colombiano quien solamente luce su sotana al oficiar la misa, pero el resto del tiempo viste como cualquier parroquiano. Asegura que su proyecto y el de su iglesia católica es “una narrativa de esperanza, donde cada hebra entrelazada es un acto que abraza a quienes más lo necesitan”.

El mundo necesita cada vez más  de muchos más  Mousent Ferrán, sean colombianos o de cualquier origen.

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