El portal de los dulces trasciende en el corazón de aquellos que como yo crecimos raspando el caldero hasta el último poquito de Cocada de leche, mis favoritas, dice María José Sanabria Alcalá, quien hace parte de toda una tradición familiar dedicada a “endulzar” el paladar de miles de personas, no solo de Cartagena y Colombia sino del mundo entero.
Sostiene que “Mi madre una dulcera de tradición me enseñó a realizar los más exquisitos manjares de mi región, a no pasarme de azúcar y a no comerlas todas o si no me quedaría sin ganancia, mi madre me enseñó a vender, a hacerlo con amor y alegría”.
Es que, en la familia de María José, su bisabuela Josefa Segovia, emprendió con esta tradición de hacer y vender dulces en su natal Turbaco, luego fue su abuela Evangelina Martínez Segovia quien logró aprender todos los trucos y ese encanto y amor que se requiere para su preparación.
Su señora madre, Nancy Alcalá Martínez, igualmente siguió al pie de la letra y fiel a las recetas para la elaboración de los dulces, y fue precisamente hace 25 años cuando emprendió ese camino de instalarse en El Portal de Los Dulces.
Dice que a los 14 años comenzó a apoyar a su mamá en la venta de estas delicias, que son muy requeridas por los cartageneros y por supuesto por turistas nacionales e internacionales, que siempre quieren llevarse un recuerdo de los dulces que se fabrican en Cartagena.
Recuerda con nostalgia que en las cajitas de maderas donde van esos frascos llenos de aromas y coloridos estaba mi sustento, me pagó las cuentas del colegio y la universidad.
Ella es Evangelina Martínez Segovia, quien hace parte de esta tradición familiar.
Asegura que hoy con resiliencia todas las dulceras del portal de los dulces “enfrentamos la pandemia, calmadas, pero no quietas, nos propusimos sacarle al mal tiempo buena cara, seguiremos repartiendo nuestros ricos manjares al mundo, hemos creado un Instagram donde nos pueden seguir @portaldelosdulcesctg, allí puedes realizar tu pedido”.
Son 28 familias las que dependen de esta actividad económica que a raíz de la pandemia de coronavirus se les “amargó” el sabor de las ventas.
Siguen trabajando desde sus hogares mientras se reactivan las actividades en la ciudad y por eso pide que “las apoyen en esta labor de preservar nuestra gastronomía, cultura y tradición y a que más mujeres como yo, puedan seguir teniendo una mamá que llene su vida de alegrías con coco y cocadas de leche”.