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Los sapos que se ha tragado Dau

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En seis meses hemos escuchado al alcalde de Cartagena decir un sinnúmero de veces: «Tuve que tragarme ese sapo». Sobre todo cuando le ha tocado tomar decisiones trascendentales e importantes para la ciudad o que tengan que ver con mantener la coherencia en su política anticorrupción. Disculpen si no alcanzo a recordar cuántos sapos se ha tragado William Dau, pero han sido varios, algunos muy grandes, y venenosos.

El primer sapo que tuvo que tragarse el alcalde fue trabajar con el gobernador Vicente Blel, a quien señaló muchas veces de malandrín y aseguró que no tenía que reunirse ni hablar con él. Al tiempo salió a decir que se había tragado ese sapo. Otro sapo grandote fue el de los alcaldes locales. Dau dijo públicamente que ninguno de los aspirantes cumplía sus expectativas; sin embargo, tiempo después nombró uno de los ternados y manifestó que no estaba satisfecho con ninguno, pero tenía que nombrar y le tocó tragarse ese sapo. Luego entró en un debate con las fritangueras del Festival del frito, hasta reunión de turbantes hubo en el salón Vicente Martínez. El alcalde trató de imponer el Centro de convenciones como lugar del evento, pero al final tuvo que tragarse ese sapo y hacerlo donde históricamente se ha hecho. Luego viene el sapo más venenoso de todos los que se ha tenido que tragar: no desmontar el Festival de cine de Cartagena pues Dau autorizó inicialmente que el evento se llevara a cabo. Dicen los expertos que ese fue el momento donde se reprodujo el virus de manera agresiva. Esa decisión fue nefasta y le costó a la ciudad. De manera paralela a ese sapote grandote y venenoso estaba en ciernes tragarse otro sapo: el de Datatools, empresa encargada del recaudo en el Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte DATT. Sobre esta empresa Dau dijo que no renovaría su contrato, ya que tenía información sobre presuntos actos corrupción en el manejo de los recursos públicos que administraba esa empresa. Al final todos sabemos que ese sapo era gordo, y a pesar de ello le pasó por el tracto digestivo.

También podemos señalar el sapo del alumbrado público, sobre el cual dijo lo iba a liquidar ya. O el sapo del edificio Aquarela que supuestamente empezaría a derrumbar el 1 de enero del 2020. Así mismo, el sapo que se tragó con la ANDI y Bruce Mac Master a quienes primero rechazó y luego manifestó que podían trabajar en conjunto. Otro sapo desagradable que se tuvo que tragar con la nariz tapada fue el de los peajes, ahí siguen los peajes, incluso con aumento en el cobro de la tarifa. Eso sin mencionar el sapito de los primíparos funcionarios de la administración quienes, según Dau, no tienen experiencia en lo público y por ello las primiparadas. No quiero cansarlos, pero cómo no mencionar todas las retractaciones que ha tenido que hacer nuestro alcalde. La más célebre fue con los funcionarios de Hacienda de la Alcaldía distrital a quienes acusó de pertenecer a un cartel. Los últimos dos sapos que le ha tocado tragarse estaban grandes, gordos y venenosos. Uno ni más ni menos con la empresa Konecta en la ESE Cartagena, y el otro con la empresa Coinses S.A, entidad que investiga la Procuraduría General de la Nación por incumplimientos, una de éstas empresas será las que ejecutará la terminación de hospitales. Sí, esos centros de salud inconclusos, monumentos a la corrupción en Cartagena. Estas empresas las cuestionó el alcalde una y otra de pertenecer a los malandrines y a los politiqueros. Los señaló con nombre propio y gritó a los cuatro vientos que no, con ellos nada de nada. Hoy solo dice que le toca tragarse esos sapos, y todo para justificar que no ha podido con la lucha anticorrupción.

Me pregunto cómo hace el señor William Dau para tragarse tanto sapo sin indigestarse, sin sonrojarse. Todas las decisiones que mencioné han ido en contravía de su política anticorrupción y de la trasparencia en cada uno de esos procesos. A Cartagena no se le puede gobernar tragándose sapos, se requiere carácter, criterio, liderazgo, conocimiento, confianza en sí mismo y en las instituciones, y el alcalde Dau carece de cada una de ellas. Ojalá podamos transitar hacia una nueva Cartagena, gobernada sin populismo y con mucho amor, justeza, y compromiso.

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