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¿Aprendimos las lecciones de la pandemia?

Por: José Consuegra

Al mermar la pandemia, parece que la humanidad olvidó esa sensación de volver a nacer de los sobrevivientes, la impotencia por los continuos decesos, los controles para el acceso a los productos básicos o para usar el transporte público, pero también las profusas reflexiones acerca de la valía de la vida y la familia y de la importancia de valores como la solidaridad, el respeto y la amistad, entre otros.

Han pasado tres años desde ese fatídico día en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que el brote de la covid-19, registrado en Wuhan (China), fue clasificado como pandemia. Nos llenamos de temor ante la enfermedad inédita que se extendía rápidamente por su gran virulencia, acabando rápidamente con la vida de cientos de miles de personas y cubriendo con su halo de muerte al planeta.

Organizaciones, industrias, empresas, establecimientos de comercio, instituciones educativas, etc., cerraron sus puertas, todos nos aislamos, las autoridades empezaron a adoptar medidas de urgencia y los estamentos de salud se vieron colapsados.

Solamente después del avance de la vacunación masiva -que tuvo traspiés en diferentes países por su inequitativa distribución-, tras la implementación de los primeros biológicos, las estadísticas empezaron a estabilizarse.

En la actualidad, con más de 676 millones de personas registradas como contagiadas y 6.881.955 muertos en el mundo, incluidos 142.652 fallecidos en Colombia, la sociedad está obligada a reflexionar sobre las lecciones aprendidas durante la época más compleja de la emergencia, cuando cada familia perdió a uno o a varios de sus integrantes, cuando la medida de distanciamiento social nos alejó del necesario contacto y de la interacción con los demás y debimos adaptarnos al teletrabajo, a la telepresencia educativa y otras formas para cumplir con las actividades cotidianas.

Al mermar la pandemia, parece que la humanidad olvidó esa sensación de volver a nacer de los sobrevivientes, la impotencia por los continuos decesos, los controles para el acceso a los productos básicos o para usar el transporte público, pero también las profusas reflexiones acerca de la valía de la vida y la familia y de la importancia de valores como la solidaridad, el respeto y la amistad, entre otros.

No solo la mayoría de las personas se desentendieron del actuar responsable así como de las cavilaciones y las promesas de cambio en plena crisis sanitaria, sino que los valores invertidos arraigados en la sociedad retomaron su liderazgo, se le siguió dando la espalda a los necesitados, promoviendo la violencia y los conflictos se acrecentaron. Además, los esfuerzos por preservar la casa que nos acoge, el planeta tierra, siguen siendo insuficientes.

No esperemos otra pandemia para volver a meditar sobre nuestras obligaciones y responsabilidades; es necesario cambiar hoy y actuar, de manera mancomunada y articulada, para evitar otra catástrofe sanitaria.