Por: Germán Danilo Hernández
Según noticias difundidas con soporte científico, un asteroide de gran tamaño se aproxima a la tierra; aunque la NASA y expertos investigadores han explicado que su ingreso a la órbita de la tierra no implica que ésta será impactada, el alarmismo cunde en las redes sociales e inclusive en algunos medios de comunicación, con la advertencia de que estamos al borde del “fin del mundo”.
El acontecimiento y sus interpretaciones, coincide con lo que está ocurriendo en la campaña presidencial en Colombia, donde algunos sectores políticos y de opinión decidieron reaccionar a las proyecciones de las encuestas, pretendiendo equiparar al candidato puntero con el “potencialmente peligroso” meteorito.
Las reacciones superan en muchos casos la racionalidad política, cuando se advierte, con convicción o con histrionismo, que el eventual triunfo en las urnas de Gustavo Petro, representará el final de la democracia colombiana, el desplome inmediato de la economía, la perdida de las libertades sociales y de propiedades privadas; casi que el retorno de la nación a la época de las cavernas.
Al igual que los apocalípticos anuncios de lo que traería consigo el “inminente impacto del asteroide”, se trata de especulaciones debidamente libreteadas por quienes consideran que la exacerbación del pánico podría conllevar a detener “la amenaza” antes de que se aproxime más de la cuenta, o en el mejor de los casos destruirla de manera fulminante.
Con la estrategia del “candidato meteorito” se intentan eclipsar algunas causas que han conllevado a la situación actual como los desafueros del gobierno, la desmedida concentración del poder y la riqueza; los desbordados privilegios de pocos frente a las carencias de muchos, y el nefasto contubernio de la institucionalidad con la ilegalidad en varios frentes.
Por las presiones y acciones de la derecha, sumadas a las debilidades y divisiones en la dirigencia del centro, el norte político del país está girando de manera creciente y coyuntural a la izquierda, sin que ello sea una catástrofe de dimensiones épicas, como pocos lo pronostican, basados más en percepciones que en realidades.
El eventual ascenso de la izquierda al poder en Colombia implicaría un cambio de protagonistas, al que efectivamente no están acostumbrados quienes por siempre han regentado el poder del Estado, pero no implicará la desaparición de éste.
El respeto y defensa de la democracia está en que los ciudadanos voten libremente por quien considere que mejor represente sus ideales de país, y la decisión de las mayorías se acate por todos, con la plena seguridad de que siendo Fico, Petro, Fajardo o Hernández quien triunfe, el país no será aniquilado. Conviene a todos evitar que las pasiones políticas hagan realidad el célebre cuento de Gabriel García Márquez “Algo grave va a pasar en este pueblo”.