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27 junio 2022
Por: Freddy Machado
Siempre es lo mismo. Una y otra vez, “préstamos” la ciudad para diferentes eventos sin garantizar la movilidad de sus habitantes.
No se trata de avisar a los cartageneros -“Heroicos”- con suficiente anticipación pues el impacto de un cierre vial genera perjuicios a todos. Se sabe, a ciencia y paciencia, que cuando no es la filmación de una película es un festival, cuando no es un festiva es una protesta, cuando no es una protesta es la llegada de un presidente, cuando no es un presidente es una cabalgata, cuando no es una cabalgata es un evento deportivo. En fin…
El último cierre de la ciudad se presentó en la zona norte la mañana del domingo pasado. Desde luego que no interesa ahora, dar el dato exacto del motivo del cierre vial pues debe quedar bien claro que esta crítica no atenta ni descalifica las actividades que promueven a Cartagena y desarrollan el turismo. La reflexión debe centrarse en cómo hacer para que en lo futuro podamos conciliar la dinámica del quehacer de una ciudad y este tipo de certámenes.
El domingo, el caos fue general porque los ciudadanos que ingresaban por la zona norte desde Barranquilla, quedaron retenidos por horas así como los que pretendían abandonar a la Fantástica. También sufrieron los habitantes de los corregimientos y municipios vecinos pues se les aisló.
A su vez, los vecinos de Crespo se les imposibilitó movilizar sus vehículos pues el barrio quedó congestionado y muchos de los trabajadores de los hoteles de La Boquilla tuvieron que desplazarse a pie hasta sus sitios de trabajo. Lo mismo ocurrió con los residentes en Edificios y viviendas de la zona norte. Y hablando de Norte, muchos turistas confundidos y desorientados deambulaban sin ese punto cardinal. Es más: los trancones afectaron la llegada y salida de viajeros a través del aeropuerto Rafael Nuñez y el estrés de los taxistas se disparó así como su mal genio.
En una sola palabra: ¡la locura!
La memoria -y esa característica importante del cerebro humano de pasar la página de las situaciones que nos son adversas- nos hará olvidar este mal momento del pasado domingo pero corresponde a la dirigencia de la ciudad fijar unas reglas para que si nuevamente se “presta” a la urbe, se garantice un plan B.
Si se ignora esta invitación a estudiar la posibilidad de fijar unas reglas de juego claras para los cierres viales por distintos motivos, especialmente para que no se afecte la economía de los cartageneros, es porque queremos seguir apostándole a la ingobernabilidad de la joya de America .
En conclusión, “prestar” la ciudad sí, pero de manera reglada, razonable y consecuente.