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El Macondo olvidado

Por: Germán Danilo Hernández

Macondo es, sin lugar a dudas la palabra más sonora y representativa del llamado realismo mágico de Gabriel García Márquez. Resulta casi imposible desconectar al nobel del nombre que dio vida al célebre pueblo  de “Cien años de soledad”, y que hizo parte esencial de su naturaleza creativa.

Existen varias teorías sobre el origen de ese nombre, pero la admitida formalmente es que identifica a un árbol del Caribe Colombiano. La más cercana relación del afamado escritor con esa especie natural en su edad adulta, se dio en su propia residencia del Centro Histórico de Cartagena de Indias, en cuyo hermoso patio interno plantó un ejemplar.

Le fue regalado por el Jardín Botánico de Cartagena en el año 2000 y desde entonces se convirtió en un bien preciado que exhibía con orgullo  ante  familiares y  amigos de tertulias y  de parrandas que recibía en su casa. No obstante, 15 años después, poco después de su muerte, su viuda Mercedes Barcha decidió que ya no tenía sentido que siguiera creciendo en solitario en su patio, y que la mejor opción era donarlo para que fuera trasplantado en un sitio público simbolizando la proyección existencial  de su esposo.

Gracias a la intermediación de Alberto Abello (q.e.p.d),  amigo  cercano de los García Márquez, tal iniciativa llegó a oídos del entonces gobernador del departamento de Bolívar, Juan Carlos Gossaín, quien de manera casi  inmediata se reunió con Mercedes y le ofreció trasplantar el Macondo en la “isla de la cultura” del Parque Espíritu del Manglar, que para entonces se estaba recuperando. Alberto y yo fuimos testigos presenciales del acuerdo.

Pocos días después en un operativo inédito en la ciudad, bajo rigurosos controles ambientales y técnicos, con custodia policial y cubrimiento de medios de  comunicación del país, el árbol de 12 metros de altura, fue sacado con una grúa y trasladado desde el Centro Amurallado al renovado parque. Allí permanece cerca al monumento a uno de los más grandes escritores de habla hispana de todos los tiempos.

Paradójicamente, esa emblemática representación natural, que podría ser de gran atractivo turístico y cultural no ha contado con adecuada promoción por parte de sus manejadores,  y no forma parte siquiera de la denominada “ruta de Macondo en Cartagena”.

Este 17 de abril  se conmemoran los 10 años de la muerte de Gabo, fecha que propicia para que las entidades culturales del departamento y del Distrito, el sector turístico y entidades privadas revisen las posibilidades de incorporar el mítico árbol a  otros componentes que relacionan a Cartagena con su vida y obra, cuyo epicentro es el mausoleo donde reposan sus restos y los de Mercedes.

El Macondo del parque Espíritu del Manglar no merece seguir creciendo en solitario y evocando recuerdos de pocos. El propósito de su traslado se cumplirá cuando se convierta en atractivo esencial de nacionales y extranjeros, que bajo  las sombras de sus hojas amarillas se reencuentre con la grandeza del escritor quien en una de sus frases célebres advirtió que “la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”.