La histórica votación del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro y su Vicepresidenta electa Francia Márquez, marcó un récord en el país, al convertirse en los más votados en elecciones para llegar a la presidencia, con 11.281.013 de votos y lograr un resultado sin antecedentes en el país.
De esta manera por primera vez gana la izquierda colombiana la presidencia de Colombia y una mujer afro llega a la Vicepresidencia de la República, a reemplazar a Marta Lucía Ramírez, quien hoy ostenta ese cargo.
A Francia Márquez Mina pocas veces se le ve reír, dice en su edición el diario El Colombiano, al destacar el triunfo de esta negra. El ceño fruncido y su voz serena, y recia a la vez, se ha convertido en un sello personal que muchos confunden con apatía o resentimiento; sin embargo, para los que conocen de cerca a la nueva vicepresidenta de Colombia, la rigidez de su expresión la asemejan a la fuerza de los vientos que se enclavan en los cañones de Yolombó, una vereda del corregimiento La Toma, de Suárez, Cauca, donde nació hace 42 años (1 dic. 1981).
Hija de Gloria María Mina López, una partera, agricultora y minera de la región de quien aprendió el oficio de cultivar maíz; y de Alfredo Márquez Trujillo, un obrero agrominero que le enseñó los secretos de la minería ancestral para arañarle el metal al río, Francia pasó su niñez y juventud en el territorio caucano en el que –aparte de la pobreza– sorteó las balas de un conflicto armado enquistado en las montañas caucanas desde 1964.
“Soy parte de un proceso, de una historia de lucha y resistencia que empezó con mis ancestros traídos en condición de esclavitud. Soy parte de la lucha contra el racismo estructural, soy parte de los luchan por seguir pariendo la libertad y justicia”, dice Márquez en cada espacio o territorio al que es invitada.
La lucha a la que hace referencia la electa vicepresidenta, es al liderazgo social que empezó cuando tenía 16 años (justo cuando tuvo su primer hijo de dos), con el que buscaba resistir a la minería ilegal que “acababa con el agua y las montañas de su tierra”. Así llegó a la Organización Proceso de Comunidades Negras desde donde ha trabajado por las comunidades afrocolombianas en el norte del Cauca.
Esa lucha por mantener un medioambiente sano, lejos de la política del “extractivismo”, como ella dice, le trajo reconocimientos como el Premio Nacional a los defensa de los Derechos humanos, otorgado en 2015; o el recibido en 2018, el Premio Goldman Environmental Prize, equivalente al novel medio ambiental.
Ese activismo también la puso en la mira de los violentos que le pusieron precio a su cabeza, y en mayo de 2019, hombres armados irrumpieron en una reunión que adelantaba con otros líderes en el Cauca, y dispararon y detonaron una granada.
Con la experiencia acumulada en la lucha social, se lanzó como precandidata presidencial con el aval del Polo Democrático para competir en la consulta del Pacto Histórico para las elecciones de 2022. Con su candidatura logró la tercera votación más alta en las consultas del 13 de marzo (785.000 votos), por debajo de Gustavo Petro y recibió el coqueteo para unirse a la campaña del nuevo presidente de Colombia.
“Vamos hermanos y hermanas a reconciliar esta nación, vamos por la paz de manera decidida (…) vamos por la dignidad, vamos por la justicia social”, fueron las primeras palabras de Márquez como vicepresidenta, y lo hizo con la misma voz arrolladora que se escuchaba en los territorios ancestrales del Cauca.
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